Masip y Rui Silva, mismos números, distinta percepción

El caso es que la presencia de Lunin parece haber provocado que el de Sabadell haya dado un paso adelante en su manera de afrontar los partidos. Actúa con la misma concentración de siempre, pero da la sensación de que juega con el freno de mano puesto para evitar errores.

Sea como fuere, ayer el arquero volvió a ofrecer el lado oscuro de su personalidad como portero. Erró gravemente en el gol del Granada, porque el remate de Carlos Fernández se le escurrió como consecuencia de un incorrecto movimiento lateral después del centro de Víctor Días.

Pero no solo eso.

Masip despejó de forma poco ortodoxa un dispro lejano de Montoro y propició un remate de Herrera que acabó en gol. Anulado, cierto, por fuera de juego de Duarte que además molestaba al cancerbero blanquivioleta. Pero esa circunstancia tampoco debe tapar que no anduvo fino en el rechazo del balón.

El problema de Masip es que ha empezado a transmitir nerviosismo a la grada cuando el balón vuela sobre el área. Y ese runrún que se percibe en Zorrilla se traslada en ocasiones al césped.

Personalidad, no obstante, no le falta al 1 del Real Valladolid que a pesar de ser consciente del error que impedía el triunfo, tuvo presencia para mantenerse firme y olvidarlo y abstraerse. La sombra de Lunin se alarga, y eso no es bueno.

Rui Silva Guardameta

Desde que llegara a Granada en el mercado de invierno de la temporada 2016-2017, la que acabó con el descenso de los andaluces, Rui Silva había sido un portero escondido. A la sombra de Javi Varas, el luso se desesperaba viendo como uno tras otro los entrenadores confiaban antes en el sevillano. El cuadro de la Alhambra había abonado un millón de euros al Nacional de Portugal, y esa cantidad tampoco le daba mucho caché. Pero como el fútbol es el lugar en que las cosas que pueden pasar, pasan, un buen día Varas no pudo ocupar la meta del Granada y fue el portugués el que ocupó su lugar, Y lo bordó. Tanto que Rafael Lamelas, en las páginas del 'Ideal' dejó escrito que había portero y que todos tranquilos.

Desde entonces Silva es el indiscutible titular para Diego Martínez. Y ayer puso una nueva piedra en su muro particular.

Poco pudo hacer en el gol. Toni y Plano jugaron a la suficiente velocidad como para eliminarle de la ecuación, pero luego se mostró solvente, o necesariamente solvente, para solucionar los problemas que le pusieron los delanteros blanquivioletas. Acertó en los disparos de Toni, Sandro y Ünal. Y no solo porque los detuviera, que también, sino porque en un caso lo atajó y en los otros dos los rechazó hacia zonas del campo en las que no había rivales.

Pero su mayor mérito fue dominar el área con los puños, con las salidas o con los gritos. El ex de Nacional mantuvo siempre ordenada la defensa colocó a sus centrales –en especial a Martínez, que tuvo cierta tendencia a la dispersión en algunos momentos por las oleadas pucelanas–, y supo dirigir a los medios centros tanto para forzar los errores rivales como para elegir la mejor opción para sacar el balón controlado y jugado cuando la ocasión lo requería. Discreto, eso sí, con los piues.