Masip, el mejor del Real Valladolid, salvó un punto en Vigo

Firme atrás, pudo recuperar terreno en una de las últimas acciones de peligro del Celta para evitar el gol de Santi Mina.

Mejoró las prestaciones de Salisu en el centro de la zaga y le sacó de más de un apuro.

Descentrado. Perdió balones que no son habituales en él, siendo además el último de la línea y transmitió inseguridad. Los cantos de sirena por el interés de otros equipos le pasan factura.

Fue el mejor de la línea defensiva, no solo por su firmeza y seguridad atrás sino por sus incorporaciones y conexión con el centro del campo.

Un puñal en banda derecha en los primeros minutos, fue de más a menos y se fue apagando a medida que caían los minutos. Necesita más partidos para afinar su estado de forma y dar continuidad a sus cabalgadas.

No consigue conectar con los dos de arriba. La gran mayoría de sus pases son en horizontal al no encontrar alternativas arriba.

Fue de más a menos y acabó acusando la inactividad después de tres semanas fuera por la lesión.

Desconocido, en Vigo mostró su peor versión. Se quedó a medio camino en todas las jugadas en las que participó, ya fueran defensivas u ofensivas.

No tuvo balones con plenas garantías y cuando bajó al centro del campo a buscarlos, tenía muchos metros por delante.

Brega y pelea cada balón pero para un '9' es insuficiente. No le llegan balones francos por la enorme distancia que hay entre las dos últimas líneas.

Los cambos dieron oxígeno más que recursos y argumentos al esquema de juego del equipo.

Ha perdido confianza y se le nota cuando el balón cae en sus dominios. No lo intenta ni muestra el descaro de hace un año.

Le falta ritmo de juego y eso solo lo dan los minutos en campo y la continuidad que no tiene este año por la lesión y su baja forma.

Apenas participó del juego.