Masip, una gota de agua en el desierto

No es lo más normal que tu portero sea el mejor del equipo cuando juegas como local, y Masip lo fue ante el penúltimo clasificado de la liga, atento y concentrado como estuvo para atajar las dos ocasiones más claras del rival... y del partido. El meta catalán estuvo al quite en los despistes de la zaga, especialmente de Boyomo, y salvó un punto para los blanquivioleta.

Al igual que el propio equipo, jugó dos partidos. En el primero disfrutó de un mayor protagonismo, pendiente como estuvo todo el equipo en volcar todo el juego ofensivo por su banda, mientras que en el segundo pasó a un segundo plano, ya con órdenes y más acciones por la banda de Amath.

Llevaba unos partidos rindiendo a un buen nivel, pero esta vez pinchó en hueso, cometiendo varios errores groseros impropios de un central profesional. Fallos que en algún caso supo reconducir, reaccionando rápido, y en otros contó con la oportuna presencia de Masip. Tampoco su salida de balón le acompañó para compensar lo que fue un partido para olvidar.

Hubo poco trabajo atrás pero lo poco que hubo llegó en buena medida por errores propios, e imperdonables ante cualquier otro rival. Contagiado tal vez por los fallos de Boyomo, Torres tampoco aportó seguridad a la zaga, vencido cada vez que los delanteros recibían de espaldas.

Sin ninguna amenaza por su banda, Escudero acabó en terreno de nadie y sin saber bien si incorporarse a la medular como un centrocampista más o replegar velas para cubrir las indecisiones de los dos centrales. Al final ni atrás ni adelante, y el equipo perdió un jugador por el camino.

Lleva desaparecido unas cuantas semanas y en concreto ante el Albacete perdido por la confusión en la que ha sumido Pezzolano al vestuario con sus planteamientos. Hace nada era un valor seguro con Juric a su lado, y hoy es un cero a la izquierda perdido entre tanto caos. Sin rastro de su presencia en la línea de construcción, se dejó ver más en el área llegando desde atrás. Se antoja fundamental recuperar su mejor versión para la recta final del campeonato.

O no juega o lo juega todo. El propio jugador debe ser el primer sorprendido por los vaivenes de un técnico que, al menos en su caso, no acierta cuando decide llamarle a filas. Ante el Albacete, Pezzolano le situó por delante de los centrales para destruir cualquier atisbo de amago ofensivo del... antepenúltimo clasificado. Con esa decisión se perdió un centrocampista que ayudara a la línea de creación.

Por su perfil y características, es un jugador que aporta llegando desde atrás y, por lo tanto, más propio para alinear cuando juegas como local por el hecho de que teóricamente se llega más al área rival que cuando juegas a domicilio. No fue el caso ante el Albacete, sin llegadas claras, por lo que se le acabaron viendo las costuras de jugador vacío e intrascendente cuando pintan bastos.

No atraviesa por su mejor momento, ni de la temporada ni muy probablemente desde que llegó a Valladolid, y eso lo nota él y lo nota especialmente el equipo. Aun y todo, el técnico (que no le ve en otra posición por detrás del delantero) le mantiene en el once pese a los refuerzos que le ha traído el club en banda. Ahora mismo no aporta nada, superado por la falta de ideas de medio campo hacia adelante que sufre el Pucela en las últimas semanas.

Empezó con brío y protagonizando la ocasión más clara de todo el partido para los locales, pero con el paso de los minutos se fue apagando hasta ser testimonial su participación. Dispuso de más balones en el arranque de la segunda parte, pero ya estaba desconectado, probablemente pagando su falta de ritmo de competición tras su estancia residual en Mallorca.

Peleó y se partió la cara con la defensa rival como si se tratara de un partido lejos de Zorrilla, pero naufragó en la labor más importante que se le supone a un delantero: rematar a puerta. No conectó en ninguno de los balones que llegaron desde las bandas, por lo que su actuación se quedó en decepcionante. Tampoco con Negredo a su lado encontró su espacio.

El entrenador:

Ya no es que sus explicaciones en sala de prensa sean surrealistas, es que ahora también dispara contra su propio equipo, sumiendo al vestuario en una confusión y caos preocupantes. Su última innovación, dejar a los titulares en el banquillo a la espera de que resuelvan en la segunda parte ante un rival desgastado, ha aumentado el número de desconcertados en Zorrilla.

También jugaron:

Saltó en el tramo final y creó más peligro que el resto en una hora larga de partido.... pero dejarle en el banco conlleva el riesgo de que la decisión te salga cruz. Sus quiebros en banda derecha cambiaron la cara al equipo, que sin embargo estaba ya tan sumido en depresión que no hubo manera de que reaccionara.

Cada balón que tocó le dio el criterio y coherencia que le dan sus muchos años en la profesión. Lo intentó, aún sin ritmo ni conocimiento de os automatismos de sus compañeros, pero sin fortuna. Fue tal el caos en el que estuvo sumido el Pucela desde el primer minuto, que apenas dos aportaciones suyas (sin ser relevantes) bien parecieron un oasis en medio del desierto.

Es el primer confundido por los vaivenes del técnico. Ayer era imprescindible en el once, y hoy Pezzolano lo ha reconvertido en suplente de lujo. Ante el Albacete le faltaron minutos para aportar muchas más cosas que un perfil como el suyo, acostumbrado a sumar en todas las partes del campo.

Activó la banda izquierda, intentándolo todo, pero de forma deslavazada y con la ansiedad propia del final de partido.

Tampoco dispuso de tiempo material para que se le viera en banda izquierda.

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