Martinho ahoga el fútbol en los Anexos

Ya desde la primera jugada se vio que la pelota iba a circular al capricho del agua, unas veces para frenarlo, otras para escupirlo, ni Promesas ni Llanera eran capaces de domarla y eso jugó en contra del filial, con futbolistas con unos recursos técnicos que chocaban contra las condiciones ambientales. El Llanera lo entendió mejor y, a falta de elaboración, forzó varios saques de esquina en busca de las cabezas de sus torres de ébano, pero no llegaron a forzar ningún remate claro; la acción con más peligro llegó en una pérdida de Xavi Moreno, empeñado en llevar el balón, que acabó en un testarazo de Tito que no encontró portería.

La respuesta del Promesas llegó a balón parado, no se podía de otra manera, una falta en la media luna del área la cañoneó Maroto por el lado del portero, Hórreo respondió con reflejos y Xavi Moreno llegó muy forzado al rechace. Fueron las únicas llegadas claras en una primera parte que no podía salir del 0-0.

Manu Olivas intervino en el descanso con un doble cambio y un nuevo dibujo, al dejar una defensa de tres en una especie de 3-2-3-2, con Verde como el jugador que mejor entendió cómo había que jugar; el medio centro envió varios centros muy tensos al corazón del área, Arnu hubiera llegado a uno de ellos de tener el flequillo un poco más largo. Fueron minutos de mejora para el Promesas, aunque fue el Llanera el que más se acercó al gol, primero con un cabezazo de Álex Barrera, con una breve experiencia en Primera con el Sporting, que golpeó la parte exterior del larguero, y después con un chut raso de Charbel que atajó con seguridad Rafús.

El Llanera se sintió cómodo con el desarrollo de la tarde. El modesto equipo asturiano, que se estrenaba en Valladolid, ofrece una mezcla de futbolistas del Principado con una legión extranjera, casi a partes iguales, con representación de Senegal (Diassy se peina 196 centímetros del suelo), Camerún, República Dominicana, México o Italia. Los del Principado, además, subieron a la meseta con la confianza de una racha de solo una derrota en las diez últimas jornadas, serie que les eleva al límite de la zona roja.

Con las piernas pesadas por la carga de agua, y las fuerzas menguadas por el continuo chapoteo sobre los charcos, Olivas volvió a mover el árbol y mandó a vestuarios a sus dos extremos (Xavi Moreno y Mario Sesé fueron secados por Martinho), sustituidos por dos laterales puros con pies frescos y buena llegada. No sirvió de nada porque, cuando el partido navegaba hacia el inevitable empate sin goles, surgió el típico detalle que desnivela la victoria hacia un lado, Rafús midió mal la salida en un césped propicio al piscinazo y René puso de su parte para que el árbitro señalase el punto de penalti. El propio René agarró el balón y no falló.

Para entonces el partido entró en una fase de disparate porque el árbitro se aturdió con un pelotazo tras el que perdió el silbato. Lo que hasta entonces fue una dirección muy correcta, sobre un terreno que se lo ponía difícil, se convirtió en una deriva de la que se benefició el Llanera, que tiró de picaresca para dormir el poco espacio que le quedaba al juego y reforzó la medular al subir unos metros Mvondo, que tuvo la puntilla en su bota derecha y la desperdició al precipitarse en el mano a mano con Rafús. También la tuvo el Promesas con el tiempo casi cumplido, con un zurdazo que enganchó Hugo San desde fuera del área y que embolsó en sus manos Hórreo. Con este 0-1, al filial le toca remar unas jornadas más para asegurar la permanencia en la categoría