Sergio González consulta una decisión con su ayudante, Diego Ribera. Mingueza

Las malas decisiones

Análisis ·

El autor repasa los errores cometidos ante el Huesca y recuerda uno de los mandamientos de los banquillos: «La primera decisión acertada de un entrenador es escoger a los mejores y ponerles en su puesto»

Javier Yepes

Valladolid

Sábado, 30 de enero 2021, 17:37

Fueron malas la práctica totalidad de las decisiones técnicas adoptadas por Sergio González en el partido frente al Huesca.

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No me compete, por tanto no voy a entrar en valoración, la actitud de los futbolistas en el partido. Sin embargo, no he conocido a ninguno, ... profesional o aficionado, al que le guste perder o quiera hacer el ridículo televisado, básicamente porque se juega mucho en el envite.

La primera decisión errónea, ya repetida y comentada, fue la de alinear a Kike Pérez como segundo punta. Alto, un punto desgarbado, lento de zancada y rápido de gesto, es la antítesis de ese diez listo, rápido, pillo y hábilidoso que maneja los resortes del juego en corto, el regate seco y la habilidad para la asistencia o el rechace.

Kike es pausa, posesión sin pérdida, conducción en corto, habilitación de espacios e incluso el robo de la pelota,… pero quince metros por detrás. Destinarle a perseguir centrales es mandarle al matadero. De verle jugar asociado a Roque Mesa o Míchel, a hacerlo cerca del '9' es el abismo.

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La segunda decisión errónea, frente a un equipo con tres centrales, es la de no alinear a Alcaraz junto a Joaquín en el centro de la retaguardia. Con ambos tienes asegurada la salida en corto del balón y el apoyo inmediato al centro del campo, sin tener que recurrir al balón en largo.

Con ellos juegas y sin ellos, despejas. Con Joaquín sobre Mir y otro volante de ayuda -Míchel o Kike-, Alcaraz se hubiera bastado para realizar una buena contención sobre el media punta oscense. Y por supuesto, ello hubiese habilitado a Orellana, me olvido voluntariamente de Toni Villa, para jugar en la posición de diez y permitir que Hervías fuese de la partida en la banda derecha.

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La última decisión de «igualarnos» en el sistema al rival, pasando a jugar con tres centrales terminó por desnortar al equipo. La segunda mitad se quiso jugar a otra cosa que no somos. Y en esa tesitura el equipo dejó de creer para terminar encajando dos goles en once minutos. El final estaba servido.

No me canso de repetir, porque así me lo enseñaron, que la primera decisión acertada de un entrenador es escoger a los mejores y ponerles en su puesto. Partiendo de ese error, lo demás surge rodado… hacia abajo. Ahora lo imprescindible es acertar en las futuras inmediatas, lateral incluido.

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