El submarino es un torpedo

Ninguno de los rivales que han desfilado por Valladolid hasta la fecha, y uno se atrevería a decir que ni siquiera Madrid y Barcelona, mostraron el repertorio y caudal ofensivo exhibido por el equipo de Marcelino (cifrada en 21 ocasiones por la estadística oficial), que de no ser por la actuación de Hein se hubiera acercado a la goleada de Montjuic.

Si alguien en Castellón derramó en su momento alguna lágrima por la marcha de Sorloth (26 goles el curso pasado), está tardando en arrepentirse. De los 38 millones que percibió del Atleti por el noruego, su director deportivo Miguel Ángel Tena invirtió 15 –toda la inversión del Valladolid este verano– en el gigante Barry (1,95), 18 más por el central Logan, 4 por Ayoze, y por el camino se trajo a Pépé, Gueye y Cardona con la carta de libertad bajo el brazo.

Y de esa apuesta, y alguna más que ayer no necesitó asomar por Zorrilla, nació una alternativa a los grandes con todos los ingredientes para asegurarse una plaza Champions la próxima temporada. La versión aseada de un Valladolid con más intención que pegada en las dos áreas, no evitó, sin embargo, que siga creciendo la sombra que se cierne sobre Marcos André, Machis y Kenedy, tres de los jugadores mejor pagados de la plantilla y a día de hoy espectadores de lujo en el banquillo blanquivioleta. Un lujo demasiado caro...