Cuando puntuar en intangibles suma

Igual Pezzolano no estaría hoy donde está si hubiera sido más Pacheta y menos Pezzolano el curso pasado. El fútbol tiene tantas aristas y recovecos caprichosos que si Moro no manda el balón al cuarto anfiteatro en la ocasión que disfrutó ya en el tramo final, a estas horas estaríamos alabando el planteamiento y tildando de plan perfecto el día que Marcos André hizo de náufrago y el Pucela jugó con dos laterales en banda izquierda.

Pero no. Ni se encajaron cuatro al descanso, tampoco seis al final, y la tela de araña que plantó el técnico en el Bernabéu no agarró presa por un rebote y un puñado de minutos. Pero puntuar en Madrid era caza mayor. En la pizarra del uruguayo había otros micropartidos que ganar, caza menor sin duda, y en todos ellos puntuó.

Le salió redonda la rotación para que los potenciales titulares del miércoles –los que acabaron el partido– lleguen frescos para afrontar una minifinal ante el Leganés. Por el camino pudo poner en el escaparate –aunque fuera de lateral– a Darwin Machis, no sea que alguien haya olvidado sus condiciones y que tiene su mercado. Y, además, los minutos que dispuso el debutante Mario Martín dieron la razón a su deseo de contar con un perfil Oliveira con menos años y más recorrido que mande a Comert a su sitio... y a Juric al banquillo.

¿Saben esas veces en las que nada se tuerce y todo viene de cara? Pues a uno le da en la nariz que esta temporada ha nacido de pie.