¿Mejor contentos que orgullosos?

Ya, también lo sé. En Zaragoza, que llevan frunciendo once años en Segunda, serían felices con siete victorias seguidas calcadas a la de ayer en Cartagonova, colgados del larguero y pidiendo la hora desde el descanso. Pero en Valladolid, no. Hay quien no entiende de nuestra exigencia, la que nos lleva a pensar que la cobardía no tiene mucho más recorrido que ganar tal vez un día aislado, pero desde luego no lo tiene a medio-largo plazo. No se conocen equipos que, siendo cobardes, conquisten ligas, Champions o ascensos. Sí se reconoce, en cambio, el mérito de equipos que, por ser valientes, pierden finales o títulos para los que no eran favoritos.

Encaja en este debate la derrota del Mallorca el pasado sábado en la final de Copa del Rey, y el orgullo que sintieron sus aficionados por la trayectoria inmaculada que han firmado durante el torneo, último partido incluido.

Los aficionados que se desplazaron este domingo hasta Cartagena volvieron contentos, pero no tengo tan claro que lo hicieran orgullosos de su equipo. Saben mejor que nadie, por experiencia, que un candidato al ascenso se lo hace saber a los rivales en cualquier campo, da igual propio o ajeno. Esa carta de presentación se lleva o no se lleva, y tiene más que ver con tu apuesta de juego que con la camiseta que vistes.

La apuesta del Valladolid en Cartagena dejó muchos aficionados contentos y no tantos orgullosos. La del Mallorca en La Cartuja, en cambio, dejó más orgullosos que contentos. Y es aquí, precisamente, donde radica el debate que ha estado latente toda la temporada pero dormido hasta hoy, cuando quedan solo ocho jornadas para el final.

Y en este debate hay que mojarse. ¿Prefieres ser un cobarde contento o un orgulloso triste? ¿Mejor cobarde en Primera que valiente en Segunda? ¿Mejor contento que orgulloso?