![Y el foco giró hacia los jugadores](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2025/01/07/jugadOu-krYE-U230468597764y9-1200x840@El%20Norte.jpg)
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Hay una serie de máximas no escritas en el mundo del fútbol que todos los actores aceptan y asimilan como inherentes a la profesión cuando pisan por primera vez un estadio. No, no me refiero a esos mandamientos que son sagrados en un vestuario solo ... cuando las cosas van bien, y de los que nos podemos explayar cualquier otro día de aquí a finales de mayo.
Mientras digiero la sorpresa que nos tenía preparado este año el roscón de Reyes, estoy pensando en el proceso que inexorablemente atraviesa todo equipo/club cuando está en caída libre. Aquí no hay vuelta de hoja.
Primero se mira al banquillo cuando se acumulan seis-siete-diez resultados negativos, cuatro meses en el caso de este Real Valladolid, luego se pone el foco en el palco y, por ende, también en la dirección deportiva, y ya si la cosa se torna tan grave que te hace sangrar los ojos, los cuchillos apuntan a los jugadores. Y en este punto estamos después de que el Pucela cayera eliminado este domingo en campo del penúltimo clasificado del grupo I de la Primera Federación. Un equipo, el gallego, que a duras penas había alcanzado los 14 goles en 18 jornadas, y que por esas cosas del torneo del KO –y con la inestimable ayuda de un grupo sin alma ni orgullo propio– le hizo tres al grupo de Diego Cocca en menos de 40 minutos.
Hemos llegado a ese punto –asusta escribir que se ha tocado fondo–, en el que el foco ya no lo tiene encima Pezzolano, por supuesto tampoco Cocca, y ha saltado del palco al césped sin mediar palabra ni términos medios.
Es una de las máximas no escritas en el mundo del fútbol. Cuando tú, profesional bien remunerado, pierdes con un rival dos categorías por debajo, se te acabaron las excusas. Y también todos esos escudos que tenías hasta la fecha.
Ya no está 'papá' Pezzolano para cargar con las iras e insultos de la grada. Tampoco hay posibilidad de esconder tu incapacidad en una mala planificación o gestión de plantilla. Es así y los jugadores lo saben. No hay vuelta de hoja. Cuando eres futbolista de elite y te enfrentas a un club semiprofesional, debes ganar sin entrenador, sin lateral izquierdo y hasta sin delantero si me apuran.
Y si no ganas, y además te sacan los colores, estás obligado a aguantar todos los chuzos de punta que te puedan caer, y que le cayeron este domingo a un puñado de jugadores de una de las gradas del estadio O Couto. Y digo un puñado porque el resto estaba tan avergonzado como los que dieron la cara, pero escondidos en el vestuario, esperando seguramente a que alguien aterrice en el mercado de invierno y les saque las castañas del fuego.
Y aquí entramos en otra de esas máximas del mundo del fútbol. Esa a la que debe agarrarse Diego Cocca, después de tres semanas ya en Valladolid, para separar el grano de la paja y saber con quién puede y con quién no puede contar de aquí a final de temporada para no volver a salir de un campo con la cara colorada.
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