Lugo y Real Valladolid, una historia de empates
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En la última visita de los lucenses el árbitro, Arcediano Monescillo, pitó tres penaltis, mostró diez tarjetas y expulsó a un jugadorJosé Miguel Ortega
Valladolid
Viernes, 1 de abril 2022, 16:16
No es el Lugo un equipo que se le dé bien al Real Valladolid. Desde la temporada 1992-93, cuando recibió en Zorrilla por primera vez al conjunto gallego, no ha sido capaz de ganarle en ninguna de sus cinco visitas al feudo blanquivioleta.
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Ni ... siquiera en el último de sus duelos, en segunda división, la temporada 2017-18, en que después de varios intentos frustrados, el Pucela logró por fin retornar al sitio perdido en primera división. Fue el 22 de octubre de 2017, en la undécima jornada de Liga, cuando el Real Valladolid recibió la visita del C.D. Lugo, con la obligación de ganar para remontar el vuelo, pues comenzó la temporada de manera muy poco convincente.
Carlos Suárez le había encomendado la dirección a un entrenador gallego, Luis César Sampedro, que estuvo entrenando precisamente al equipo lucense la temporada anterior. Pero los conocimientos que podía tener del rival no sirvieron de mucho, porque los visitantes entraron en el partido más mentalizados que lo locales, y fruto de su intensidad fue el primer gol, obra de Cristian Herrera, a los 9 minutos.
Nervioso y descentrado, el Valladolid no acertaba a enderezar el rumbo de un encuentro que, por si no estaba ya suficientemente cuesta arriba, se complicó más aún, cuando a los 29 minutos, el árbitro señaló un penalti contra el equipo local que Polaco se encargó de transformar, poniendo un inquietante 0-2 en el marcador.
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Luis César dio entrada a Michel por Borja en el centro del campo, buscando una mayor proyección ofensiva a la que poco después se sumaría Villalibre, el delantero cedido por el Athlétic de Bilbao que, seguramente por falta de confianza, por aquí pasó con más pena que gloria.
En pleno dominio local y con el Lugo agazapado en su parcela, llegó el segundo penalti, esta vez favorable a los blanquivioletas. Lanzado por Michel se convirtió en el gol que abría las puertas a una remontada local, ya que quedaba media hora para el final, mucho tiempo para que los gallegos pudieran soportar las llegadas cada vez más peligrosas del Valladolid.
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La ansiedad, sin embargo, no era la mejor aliada de los jugadores locales, que veían como se iba consumiendo el tiempo sin que llegaran los goles. Así, hasta el minuto 88, cuando el señor Arcediano Monescillo, colegiado castellano-manchego que arbitró el partido, señaló el tercer penalti de la tarde, que le dio a Jaime Mata la oportunidad de, al menos, conseguir el empate.
Mata, que por cierto fue el Pichichi de segunda división en aquella campaña, no falló y la cosa quedó ahí, en un empate que era el quinto en las cinco visitas del C.D. Lugo al estadio «Zorrilla». El protagonista, sin duda, fue el árbitro, Dámaso Arcediano Monescillo, pues no solo pitó tres penaltis, sino que también mostró diez tarjetas, tres amarillas al Valladolid y seis amarillas y una roja al Lugo, que hubo de jugar con diez hombres desde el minuto 70, por expulsión de Bernardo.
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R. VALLADOLID: Masip; Antoñito, Deivid, Kiko Olivas, Ángel García; Annuar (Villalibre 76'), Toni Villa, Borja (Michel 46'); Oscar Plano (Gianniotas 66'), Iban Salvador y Mata.
C.D. LUGO: Juan Carlos; Campabadal (Luis Muñoz 61'), Miquel, Bernardo, Luis Ruiz; Polaco (Josete 73'), Azeez, Campillo, Seoane; Cristian Herrera y Fede Vico (Albarracín 67')
En vista de que el Real Valladolid daba una de cal y otra de arena y que no terminaba de levantar cabeza, al presidente no le cupo otra que prescindir de Luis César Sampedro y contratar a Sergio González para afrontar los ocho últimos partidos de Liga, más pensando en asegurar la permanencia que en recuperar las opciones de ascenso, que parecían definitivamente perdidas.
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En el estreno de Sergio en el banquillo el equipo jugó bien y mereció ganar, pero perdió (0-1) ante el Sporting de Gijón y ya ni los más optimistas hablaban de la lejana posibilidad de ascender. Pero el fútbol es imprevisible y a veces cambia radicalmente el rumbo de los equipos por muy extraño que parezca.
El Valladolid mejoró como por ensalmo, no solo en su juego sino también en sus resultados. Después de la derrota inicial contra el Sporting, encadenó una racha de ocho victorias, dos empates y una sola derrota en Zaragoza, acumulando un botín que le valió para engancharse in extremis al play off, donde primero eliminó (3-1 y 1-2) al Sporting de Gijón, y después al Numancia (0-3 y 1-1), culminando con el ascenso la más emocionante remontada de toda su historia.
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