Lucas Olaza se mide a sus excompañeros del Celta sin mirar al «pasado»

Olaza es un lateral con gran proyección ofensiva, pero durante los dos partidos que ha disputado con el Pucela (ante Alavés y Eibar) ha permanecido con el freno de mano echado. Las necesidades defensivas le han llevado a guardar la posición atrás. «Sí, es verdad que una de mis características y lo mejor que tengo es eso [llegar a zonas de ataque]. Pero hay partidos y partidos. En ningún encuentro los laterales suben diez veces por partido, a no ser en un equipo grande como el Barcelona. Los laterales suelen ser más considerados y no están todo el partido subiendo al ataque. Además, estamos en una situación en la que hay que defender bien porque nos venían haciendo muchos goles. Me preocuparía si estuviera defendiendo mal, saliendo al ataque y descuidando atrás».

Desde su llegada a principios de febrero, Lucas Olaza constata un Real Valladolid «más sólido», una imagen que quedó definida en el último encuentro ante el Real Madrid, que el uruguayo se perdió por acumulación de tarjetas. «El equipo mejoró mucho y transmitió otras sensaciones. Lo único que le faltó fue contundencia para marcar. A veces la pelota no quiere entrar y es así. Hay que cambiar la cabeza para ser positivos, convertir y que no nos conviertan. Eso es lo más importante. El Real Valladolid siempre tiene chance de marcar gol», apunta el lateral izquierdo.

Olaza vivió en el Celta un cambio de técnico el pasado mes de noviembre. Óscar García Junyent fue destituido y el argentino Eduardo Coudet se hizo cargo del banquillo. Los vigueses reaccionaron. «Ese cambio de entrenador cambió la mentalidad de los jugadores, que son prácticamente los mismos. Desde que llegó se vio ese cambio. Es un equipo con mucha calidad, que intenta presionar y jugar al fútbol. Es un buen equipo, pero nosotros también lo somos, aunque no se estén dando los resultados y parezca que esté todo mal. Nosotros somos un gran equipo y tratamos de revertir la situación. Ya se están mostrando sensaciones nuevas».

La pasada campaña a Olaza ya le tocó luchar con el Celta por evitar el descenso a Segunda, situación que eludieron milagrosamente los vigueses a pesar de no lograr una sola victoria en las últimas siete jornadas y acabar con 37 puntos. Ahora, la lucha en el sótano de la tabla vuelve a recrudecerse. «Sí, el año pasado me tocó vivir eso. Esta también es una situación complicada, pero me quedo tranquilo por cómo estamos todos aquí. Es lo positivo que veo. LaLiga está muy complicada para todos. Es muy competitiva y cualquier equipo saca puntos en cualquier lado. Si ganas uno o dos partidos, todo se ve de otra manera. Por eso debemos estar seguros de nosotros mismos para ganar y revertir la situación», subraya Olaza. El lateral considera que, sin eludir la autocrítica para mejorar, una victoria permitirá cambiar la percepción de la plantilla y «ver las cosas de otra manera».

La gran bandera del Celta la agita Iago Aspas, el jugador más determinante y la gran amenaza de los vigueses. Olaza recalca la importancia del delantero «desde hace mucho tiempo» en la escuadra celeste, pero recuerda que su antiguo equipo cuenta también con otros jugadores de «jerarquía y calidad». El domingo (14:00 horas) volverá a verse las caras con sus ya excompañeros en Balaídos. Sin mirar a un pasado muy reciente