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La leyenda negra del 14-2 encajado por el Real Valladolid en Atocha
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El portero José Miguel, estudiante de Derecho, cargó con todas las culpas, pero... hubo másJosé Miguel Ortega
Sábado, 4 de febrero 2023, 00:29
En alguna ocasión y, por supuesto en los libros de historia del conjunto blanquivioleta, he escrito del tristemente famoso partido disputado en Atocha el 8 de enero de 1941 entre la Real Sociedad y el Real Valladolid, en el que los donostiarras endosaron a los vallisoletanos la más escandalosa goleada de toda su historia, 14-2.
Entre lo que pude leer en las crónicas de los periódicos locales y las versiones que me contaron algunos de los que habían estado ligados de una u otra forma al Valladolid y que todavía vivían, me hice una composición de lugar y señalé como principal responsable del vergonzoso revés al guardameta José Miguel Ortíz.
El que en aquellos años ya era utillero del equipo, Tomás Martín, me dijo que el portero era un señoritingo que salió a jugar con un jersey blanco y se fue a la caseta sin habérselo manchado, a pesar de que el campo estaba completamente embarrado como consecuencia de la copiosa nevada que había aplazado la disputa del encuentro, previsto para el 5 de enero, hasta el día 8.
Lo del jersey blanco impoluto antes y después del partido también me lo contaron algún directivo y un jugador blanquivioleta que disputó aquel partido, Rufo, a quien conocí muchos años después. Y, claro, yo lo di por hecho…hasta que cayó en mis manos una foto de la formación blanquivioleta en aquel partido de tan infausto recuerdo.
Una foto valiosísima, tanto porque en ella aparecen los protagonistas del más vergonzante encuentro de la historia del Real Valladolid, como porque en ella se aprecia claramente que el «máximo culpable» no llevaba un jersey blanco, sino oscuro, lo mismo que el pantalón. También puede apreciarse que el campo estaba embarrado como consecuencia de la nevada de días anteriores y cuyos restos aparecen amontonados junto a la valla que delimitaba el terreno de juego.
Que José Miguel no tuvo su día parece evidente. De los catorce tantos encajados, algunos tuvieron que ser culpa suya, pero lo de que ni siquiera se tiró al suelo para atajar algún balón no se corresponde en absoluto con la realidad. Lo del jersey blanco pudo ser una historia inventada para que se pudiera entender mejor la desafortunada actuación del guardameta, pero no pasó de ser una leyenda negra que a fuerza de repetirla se convierte en una historia unánimemente aceptada.
El tal José Miguel Ortíz había venido a estudiar a la Universidad de Valladolid, que era la que más cerca quedaba del País Vasco. Infinidad de alumnos guipuzcoanos, vizcaínos y alaveses se matriculaban en nuestras aulas, preferentemente para estudiar Medicina y Derecho, materias en las que por cierto la Universidad vallisoletana contaba con un gran prestigio derivado de la categoría del profesorado.
Muchos de aquellos alumnos eran buenos futbolistas que mientras duraron sus estudios ficharon por el Real Valladolid, la mayoría en calidad de aficionados porque en aquellos tiempos, tanto antes como después de la Guerra Civil, no era fácil poder vivir del fútbol. De la existencia de un portero llamado José Miguel tuvieron constancia los directivos blanquivioletas en 1936, pues jugaba en esa posición en el equipo de la Facultad de Derecho.
Dotado de unas llamativas condiciones atléticas, José Miguel era un mocetón de más de un metro ochenta y el entrenador de entonces, Esteban Platko, pensó que podía ser interesante de cara al futuro. Pero el futuro fueron tres años de muerte, destrucción y hambre, así que hasta después del conflicto bélico no volvió a saber el club de aquel estudiante vasco que había retomado los estudios y tenía buena pinta de portero.
En la temporada 1939-40 estuvo participando esporádicamente en los entrenamientos del equipo, aunque no jugó ningún partido oficial, pero en la 1940-41 el entrenador blanquivioleta era Juanín, exjugador del Athletic, y dio el visto bueno a la incorporación de aquel muchachote del que tan bien hablaban los aficionados a pesar de que nadie le había visto jugar.
Juanín confió en José Miguel, por delante de Idarraga y Espinosa que eran dos profesionales contrastados. Idarraga, nacido en Guernica, procedía del Baracaldo, y Espinosa, jienense, había jugado en el Betis y Real Madrid antes de recalar en el Valladolid. Pero el entrenador no pareció dar importancia a las trayectorias anteriores y designó portero titular a José Miguel a pesar de que la trayectoria del equipo no alcanzó nunca el nivel de regularidad que esperaban los aficionados.
Incluso después de la debacle de Atocha, José Miguel jugó ante el Stadium Avilesino y el Arenas de Guecho con el público de uñas y resultados adversos, lo que propició que Juanín recurriera a Idarraga un par de partidos…para volver nuevamente a José Miguel en los encuentros finales de la temporada, especialmente importantes porque el Valladolid se mantuvo en segunda división por los pelos, con 16 puntos que eran los mismos que los del Baracaldo, uno de los que descendió.
José Miguel, pese a ser el portero más goleado de la categoría, intervino en 20 partidos de Liga y 7 de Copa dejando dos en cada uno de los torneos para Idarraga y Espinosa. Sin embargo, el hecho de haber salvado la categoría no fue obstáculo para que Cantalapiedra y sus directivos tomaran medidas drásticas por la floja campaña y especialmente por la vergonzante derrota sufrida en San Sebastián por la que multaron a todos los jugadores, con sanción doble para el portero.
Al entrenador no se le renovó el contrato y causaron baja ¡¡¡dieciséis!!! jugadores de la plantilla, entre ellos José Miguel Ortíz, que dejó el fútbol para dedicarse a ejercer la abogacía, aunque no pudo defenderse de las acusaciones tantas veces repetidas de que ni siquiera se había manchado de barro su inmaculado jersey blanco. Ahora, 82 años después de lo de Atocha, la foto que ilustra este artículo demuestra que no fue el único culpable. Los otros diez que le acompañan y el propio entrenador también han pasado a formar parte de la leyenda negra del Pucela.
La Real Sociedad fue el azote de los blanquivioletas en aquella temporada, pues además de la escandalosa goleada de Atocha también derrotaron al Valladolid en el campo de la Sociedad Taurina por 3-6 en la primera vuelta de la Liga y lo eliminaron de la Copa en la ronda de octavos de final, al imponerse por 3-1 en un tercer encuentro de desempate.
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