El estado anímico de los integrantes del Real Valladolid ha ido mejorando con el paso de los días. «Empezamos la semana muy jodidos», explica gráficamente un futbolista de la primera plantilla para añadir cómo el vestuario blanquivioleta dejó atrás paulatinamente las heridas del 7-0 recibido ante el FC Barcelona ... conforme avanzaban las sesiones a las órdenes de Paulo Pezzolano.
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El parón liguero de este pasado fin de semana privó al Pucela de una oportunidad rápida para hacer olvidar los estragos de una goleada que iguala el récord histórico de peor marcador blanquivioleta en Primera División. Sin embargo, los 15 días entre el tremendo varapalo sufrido en Montjuic y la próxima cita ante el Celta en Vigo (Balaídos, domingo 15 de septiembre, 14:00 horas) se han considerado positivos internamente ya que permite a Pezzolano y su cuerpo técnico ensamblar a los últimos en llegar (Cenk Özkacar, Juanmi Latasa, Mario Martín) y digerir el 7-0, así cómo efectuar análisis más reposados sobre las causas de la debacle en el estadio Lluís Companys.
Internamente, se considera que esa derrota no fue sólo un accidente producto de la superioridad azulgrana ante un recién ascendido a la Primera División como el Real Valladolid sino que obedece a una serie de causas concatenadas.
Por un lado, aparece el propio planteamiento táctico, muy diferente al que se vio en el Santiago Bernabéu ante el Real Madrid. En los análisis se constata cómo el Real Valladolid permitió que el FC Barcelona encontrase más espacios, tanto por fuera como por dentro, un pecado mortal para un conjunto azulgrana que ya había demostrado que su juego colectivo resultaba más sólido que el de los merengues en las primeras jornadas de Liga.
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Pero no sólo se pone el foco en la disposición táctica del equipo, sino también en la propia actitud de los futbolistas sobre el césped. «Entramos cuesta abajo», explican en Zorrilla. «Empezamos desconectados y ahí empieza todo. No ha sido un accidente y no lo tratamos así. No podemos pensar que esto es normal», añaden las mismas fuentes.
La venta de Enzo Boyomo a Osasuna y la ausencia de un lateral izquierdo puro tras el cierre del mercado veraniego de fichajes no ayudan a digerir la escandalosa goleada ante el Barça. El club trata de defender internamente su gestión, pero hay hechos que resulta imposible soslayar. El papel del diestro Lucas Rosa como lateral izquierdo ha resultado más que notable y dentro del Real Valladolid se destaca también su labor individual ante Lamine Yamal dentro de la hecatombe colectiva. Sin embargo, el problema de disponer al brasileño en el flanco izquierdo es que deja prácticamente sin competencia a Luis Pérez en la banda derecha y el sevillano no brilló precisamente en el Lluís Companys...
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En cualquier caso, el Real Valladolid entiende que el canterano Raúl Chasco (a punto de cumplir 21 años) puede ofrecer alternativas como lateral izquierdo (si Rosa tiene que cambiar de orilla) aunque aún no haya jugado en categoría profesional. «Vemos crecimiento en él», dice un alto cargo de la entidad. El club blanquivioleta sueña con una eclosión similar a la de Iván Fresneda en la élite y una hipotética venta posterior si rinde a buen nivel en el gran escaparate de Primera (Fresneda fue traspasado al Sporting de Portugal por nueve millones más variables tras 22 partidos en la máxima categoría con el Pucela).
El club confía en que las próximas jornadas mejoren la percepción de la hinchada con la confección de la plantilla y el rendimiento sobre el césped. En defensa, se busca recuperar la solidez perdida ante el Barça, pero mostrada ante Espanyol y Leganés en Zorrilla, y durante gran parte del partido frente al Real Madrid en el Bernabéu. También se trabaja para que los jugadores terminen «mejor» las acciones ofensivas, algo que atañe a todos los futbolistas de ataque. En este punto, deben producirse ajustes de adaptación a la categoría, incluso en casos como el del punzante Raúl Moro, debutante en la Primera División española. Adicionalmente, hay muchas esperanzas puestas en el delantero Juanmi Latasa y en el mediocentro Mario Martín. «Nos van a dar una identidad distinta. Esto no es un rompecabezas que puedas montar en una hora».
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El Celta pondrá a prueba al final de la semana al Real Valladolid tras su larga digestión del 7-0. En Zorrilla tratan de recuperar el optimismo y aseguran: «Seguimos trabajando con confianza. No hay malas sensaciones».
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