Juric, una gota en el desierto blanquivioleta

¿Y de medio campo hacia atrás? Pues más allá de la desconexión de los primeros minutos, que condicionó y lastró el partido, tan descompensado en banda izquierda como el resto del equipo.

Ayuda atrás, da soporte a Monchu en el centro del campo y, por si fuera poco, en el derbi también pisó más área que los llamados a terminar acciones ofensivas. Juric se incorporó al ataque más de lo que es habitual, e incluso tuvo muy cerca el gol en un cabezazo de perfecta ejecución que Caro salvó en lo que fue la intervención del partido. El croata, por lo tanto, volvió a rozar la perfección, demasiado solo en todo lo que intentó.

Prácticamente se le vio en los primeros 20-25 minutos, ya ya no supimos de él casi hasta el tramo final de partido. No tuvo que intervenir demasiado, desde luego mucho menos que el meta local, y en el gol poco más pudo hacer en el remate de espuela de Ander Martín, sin ninguna oposición en el área pequeña a escasos dos metros de la línea de puerta. Mumo a punto estuvo de sorprenderle y hacer el 2-0, pero Masip supo reaccionar a tiempo.

Si troceamos su actuación en dos partes, podríamos convenir en que el lateral andaluz fue un mero comparsa en la última hora de juego. Arrancó con nuevos bríos, levantando al fin cada centro que intentaba, pero poco a poco se fue diluyendo solapado por el protagonismo que adquirió Iván Sánchez en banda derecha.

Su labor acabó prácticamente desde el mismo momento en el que el Real Valladolid encajó el gol, esto es el minuto 4, porque a partir de ahí, más allá, de alguna tímida incursión del Burgos, apenas hubo trabajo de medio campo hacia atrás. Su puntuación, por lo tanto, hay que ceñirla a la acción del único tanto del partido. Y en ella, no hubo rastro ninguno de los centrales.

Como pareja de baile de Boyomo en el centro de la zaga, el análisis de su actuación encaja como un guante en la del camerunés. Hubo un antes y un después del gol para los centrales, y las repeticiones de la acción (¡procedente de un saque de banda!) retratan a los dos centrales. En su caso, extraordinariamente blando para imponerse en un balón llovido del cielo tras el saque de banda.

Volvió a ejercer a banda cambiada por la indisposición de Escudero (que se cayó del once a última hora por un proceso vírico), de tal forma que acabó siendo (junto a Anuar) otro de los damnificados por el plan de partido de Pezzolano. Su concurso pasó inadvertido.

Entró en barrera en el tramo final de año después de un comienzo espectacular en juego y rendimiento, y no termina de ser el que fue. En Burgos apenas tuvo protagonismo, con y sin balón, sobrepasado por el flojo nivel del equipo.

Y por lo tanto, poco más se le puede pedir que no pase por la pizarra del técnico para alejarle de la línea de cal y acercarle más al área en posición de media punta. Como extremo, en Burgos lo intentó todo salvo probar suerte en algún disparo al borde del área. Puso mil y un balones al área en busca de rematador, pero ninguno llegó a buen puerto. Con Juric, lo más destacado en el bando blanquivioleta.

Salió bien en su día en Santander, pero más por el resultado que por el rendimiento en su demarcación. Pegado a la banda izquierda, el canterano quedó semiaislado y en inferioridad de condiciones, además de señalado por no rendir como en él es habitual por jugar a pierna cambiada. Aun y con todo, Anuar dispuso de dos de las ocasione smás claras de todo el partido, una en un cabezazo anulado por fuera de juego y la otra empalando un centro medido de Iván Sánchez por encima de la portería de Caro.

Si alguien creía que el brasileño había tocado fondo, se equivocaba. Cada partido que ha pasado desde su actuación en El Sardinero ha terminado por constatar que aquello fue una excepción. Un oasis en el desierto. Un lapsus. La demostración de que su fichaje (contrato hasta 2027) fue un canto al sol. De momento ni rastro en el campo de 'la bestia' que se cansó de anunciar Pezzolano en las primeras semanas de temporada.

Demasiado tiempo parado como para pensar que, de la noche a la mañana y en un chasquido de dedos, el delantero senegalés iba a reaparecer al cien por cien de su plenitud física. Buena prueba de ello fue el mano a mano que tuvo frente a Caro en la primera parte, y que acabó en saque de esquina. A medida que cayeron los minutos, Sylla fue pagando su inactividad hasta convertirse en un bulto sospechoso dentro del área.

El técnico:

No es la mejor de las ideas añadir confusión en la disposición del equipo cuando este va tan justo de recursos. Y pese a tener el camino más despejado que nunca (por las bajas y ausencias) para diseñar un once y una hoja de ruta de plenas garantías, el técnico se empecinó en poner las cosas más difíciles a los suyos. En el derbi suya fue la culpa de que el equipo jugara cojo, claramente descompensado. Banda izquierda al margen, su gestión de casos como el de Montiel, De la Hoz, Meseguer o el propio Garri es más que deficiente.

También jugaron:

Entró de refresco y su presencia enfrió al equipo, que no mejoró con su salida al campo. En Burgos volvió a desaprovechar otra oportunidad para reivindicarse y ganar más minutos de juego. Parece sentirse cómodo en un papel residual.

Tampoco fue ningún revulsivo en banda izquierda, añadiendo más caos e incoherencia en cada una de las acciones que intentó. Bien es cierto que su salida activó algo más la banda izquierda, pero el resultado fue el mismo.