Javier Yepes, en la redacción de El Norte. Rodrigo Ucero

El juego de las tres líneas

Reflexiones de pizarra ·

«Poner números a un sistema sin explicar cómo se van a mover sus protagonistas es como tener una caja fuerte y olvidar la clave»

Martes, 28 de febrero 2023

En el fútbol, se ha teorizado hasta la saciedad con disposiciones tácticas y sistemas de juego, del mismo modo que retorcido líneas, hombres y argumentos para dar con la piedra filosofal del triunfo como objetivo último del juego. Algo tan cierto como el engañoso intento ... de demostración de un sistema con los futbolistas parados en un juego que se plantea como dinamismo puro.

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Hablar de cuatros, treses y doses sin explicar que una cosa son las posiciones iniciales, y otra los desarrollos cuando el balón se pone en juego, es absurdo. Algo tan demostrable como que el 4-2-3-1 no es sino la fase ofensiva del 4-3-3, por poner un solo ejemplo.

Ponerle números a un sistema sin explicar cómo se van a mover los protagonistas es como tener una caja fuerte y olvidar la clave. Y no reconocer que las fases ofensiva y defensiva del mismo son completamente diferentes y conllevan otras posiciones distintas, equivale a haber perdido la llave y la clave de la caja. O sea, una auténtica falacia.

Sin embargo, a la pregunta de que sistema utiliza un equipo, falta tiempo para que comentaristas, expertos del ramo, exjugadores , técnicos en paro y búsqueda de curro así como bigdaters, scouters y coachings expliquen los entresijos de bloques altos, medios y bajos. O sea, realmente nada.

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No escucho, salvo en tan escasas como honrosísimas excepciones, hablar de las tres líneas que tiene este juego per se, ni de como se modifican sus desarrollos según poseamos o no la pelota. Resumiendo: que les da lo mismo atún que betún, o que el juego se desarrolle delante o detrás de la línea divisoria, o bien se posea o se haya perdido la pelota.

Esas tres líneas, en su origen de tres hombres y engrosadas con un cuarto en defensa, conforman cualquier sistema. Y como son diez los jugadores de campo, no le den más vueltas, pues todo lo que se engorda atrás o en el medio se adelgaza arriba. Del mismo modo que no existe un buen funcionamiento del colectivo sin un correcto desarrollo de cada una de ellas.

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Si la defensa defiende mal, pues el equipo lo hace mal. Y como cada línea tiene su fase ofensiva, cuando se tiene el balón, y defensiva, cuando se ha perdido su posesión, todo se trastoca si los movimientos y acciones no se realizan correcta y armónicamente.

Lo mismo ocurre con los hombres que conforman cada línea. Si un defensa no defiende bien, arrastra a la línea en su conjunto y por ende al resto del equipo. En ese caso, lo aconsejable es subsanar el error en individual para que el resto de componentes sigan funcionando. Vamos, que si falla el lateral lo aconsejable es ponerle un sustituto, pero sin tocar el resto. Julio Lasa insistía en que aquel cambio que mueve dos posiciones es intrínsecamente malo.

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El domingo en Balaídos, tras comprobar como se hacía agua defensiva, lo aconsejable era sustituir posición , central por central, no posicionamiento, central por volante. Y si el cambio venía ya envuelto en la alineación de inicio, pues doblemente malo. Aquello de que la mejor defensa es un buen ataque es falso como tal; la mejor defensa es una buena defensa.

Y ahora que en el Pucela comenzamos a vislumbrar un buen ataque, lo lógico sería mantener esa esperanzadora línea defensiva de los últimos encuentros para que ese excelente medio campo, con Roque a la cabeza, sirviese de unión perfecta entre ellas. El equipo de las jornadas anteriores, hoy con Asenjo, tal parece que ofrezca las tres líneas necesarias.

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