Paulo Pezzolano, durante el último partido liguero disputado por el Real Valladolid en Eibar. Javi Colmenero
Partido de vuelta

El verbo opaco de Pezzolano

«El fútbol, las sensaciones y su discurso deberían haber entregado al entrenador del Real Valladolid el finiquito incluso en plena ola de éxitos»

Juan Ángel Méndez

Miércoles, 1 de noviembre 2023, 19:07

Los resultados son el trampantojo del fútbol. Esconden la realidad como nadie. Las victorias endulzan bodrios y las derrotas son capaces de convertir un gran partido en una anécdota. El Real Valladolid es más del primer argumento. El destello de su fútbol es una quimera. ... Cada encuentro representa una agonía que vive del último suspiro, del golpe de gracia que ensanchó una racha ficticia de victorias a costa de ganar sobre la bocina.

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A Pezzolano le mantuvo erguido la ráfaga de triunfos. Solo eso. El fútbol, las sensaciones, su discurso, su método y sus actos deberían haberle entregado el finiquito incluso en plena ola de éxitos. El uruguayo maneja un verbo opaco y unos argumentos que se desvanecen antes de llegar al predicado. Su última ocurrencia llegó tras el ridículo perpetrado contra el Eibar. El técnico dijo que el equipo no está preparado, en este momento, para competir con los de arriba. No hace falta que lo jure. El Pucela ha salido vapuleado de todos los duelos contra otros gallos. ¿Se imagina a Ancelotti reconociendo que los suyos no pueden equipararse al Barcelona? Estaría comiendo chicle en Milán. En el Real Valladolid, sin embargo, Pezzolano continúa con poder absoluto. Da igual que diga en septiembre que todavía están en pretemporada. No importa que pida refuerzos en el mercado invernal cuando no completa ni la convocatoria o que aligere el autobús por logística y confort. Es lo de menos, ¿sí?

Si el primero que tiene que creer en el ascenso, en que tiene una de las mejores plantillas del campeonato, lanza ese tipo de mensajes, ¿qué le podemos pedir al futbolista? Lo más fácil es que se borre al primer sopapo. Total, si no estamos preparados para competir con los grandes, que pase rápido el trance y no nos caigan muchos. Ya ganaremos en el descuento a los rivales que habitan en el sótano. Si Pezzolano realmente lo ve así, debería dimitir por honradez. Digo realmente porque cuando el uruguayo coge el micro, uno ya no sabe lo que es verdad o lo que es mentira. La credibilidad se sitúa en las antípodas de la triquiñuela. La fuente no puede engañar nunca. En la previa de Copa se presentó ante los medios con una chuleta y, por primera vez en la temporada, habló claro. André y Javi Sánchez pasarán por el quirófano. El papel actuó como la máquina de la verdad. Lo triste de la historia reside en la realidad que se esconde detrás de tantos mensajes confusos y tanta opacidad. Que uno no sabe ya si Kenedy tenía una molestia o se quedó en Valladolid pegado a la taza del inodoro.

El método Pezzolano no solo está aniquilando a la primera plantilla. Hace unas semanas, en este mismo rincón, elogiaba los éxitos de la cantera blanquivioleta. Como el uruguayo se mantenga al frente de la gestión, el brillo se convertirá en jaque mate. Los jóvenes talentos necesitan minutos, no solo entrenamientos. No son un comodín de usar y tirar. Eche un vistazo al ejemplo del Valencia. A lo mejor le inspira.

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