Una colisión múltiple causa retenciones en la A-11 en La Cistérniga
Pezzolano, durante uno de los últimos entrenamientos del Real Valladolid. Carlos Espeso
Opinión

Entre la trinchera y la primera línea

Partido de vuelta ·

«Una de las asignaturas pendientes del Real Valladolid en este inicio del curso reside en saber qué quiere ser y a qué quiere jugar»

Juan Ángel Méndez

Valladolid

Miércoles, 11 de septiembre 2024, 18:07

El ejército de Pezzolano tiene el uniforme hecho jirones después de la última batalla. Las medallas, que lucían gallardas tras el debut, han perdido firmeza ... sobre la casaca y están en un hilo. El parón viene bien para las piernas, pero regular para el ánimo. Cuando un futbolista se lleva un severo correctivo, encaja mejor el golpe si tiene la oportunidad de resarcirse en el menor tiempo posible. Esto impide que las cabezas se pierdan en el bucle y los complejos de inferioridad se acomoden. Ahí entra en escena la pericia psicológica del entrenador que, en el caso del Real Valladolid, ha demostrado sobradamente que uno de sus fuertes es precisamente ese, el de la motivación. Confío en que Pezzolano haya sabido desbrozar el halo de negatividad que envuelve al entorno blanquivioleta esde la debacle ante el FC Barcelona y que el vestuario vuelva a conectar como lo hizo en el duelo contra el Espanyol.

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Una de las asignaturas pendientes del Real Valladolid en este inicio del curso reside en saber qué quiere ser y a qué quiere jugar. Que va a sufrir no cotiza, pero hay que ver cómo gestiona la agonía. El modelo ideal lo exhibió en el primer encuentro liguero. En ese envite, el Pucela se mostró unido, solidario, firme en defensa, con vuelo por los costados, la presión en campo contrario y la verticalidad como virtud para dejar sin argumentos al adversario. Pezzolano debe decidir si quiere seguir por ese camino, que sería lo lógico en virtud de los resultados, o prefiere convertir al cuadro castellano en un equipo con escudo, pero sin daga. Vivir en la trinchera esperando el tiro de gracia o enfilar la primera línea con confianza y determinación. En cualquiera de los dos casos, los arietes tienen que ganar contundencia y el fútbol entre líneas debe potenciar la imaginación para que la sequía de los tres últimos encuentros no se convierta en rutina.

La planificación deportiva no invita demasiado al optimismo, pero ni Boyomo es Maradona ni los centrales que se alistan en las filas blanquivioletas son cojos. El Real Valladolid tiene que aprender a cabalgar con la competitividad elevada a la máxima potencia en las miniventanas que plantea LaLiga hasta diciembre, que es la primera meta volante antes de que el club trate de enderezar los desmanes del mercado veraniego. Digo miniventanas porque la temporada parece una conversación en código Morse. Cuatro jornadas. Parón. Cinco jornadas. Parón. Cuatro jornadas. Parón. Cuatro jornadas. Navidad. Esta intermitencia es negativa si de repente el Pucela se sube a la cresta de la ola y empieza a surfear el éxito, porque corta el ritmo, pero puede ser buena para que la barrita de la energía esté siempre llena gracias a los descansos. Todo dependerá de cómo afronten Pezzolano y sus soldados cada uno de estos tramos y cómo sean capaces de optimizar el tiempo de asueto para que la mente y las piernas no separen sus caminos. Veremos si el conjunto vallisoletano es capaz de hilvanar la aguja y tejer una buena bufanda que nos proteja del gélido aliento que proyecta la cruda Primera División.

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