Latasa se coloca la bota tras recibir un pisotón... y una tarjeta amarilla. R. Jiménez
Gambetas largas

¿Dónde está el suelo de este equipo?

El Real Valladolid vuelve a firmar un completo ejercicio de impotencia ante un Rayo, que venció con orden y criterio, justo lo que le faltó al Pucela

Sábado, 5 de octubre 2024, 20:46

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Una alineación con más mensaje que fútbol

El mensaje de Pezzolano va por un lado y sus actos por otro. No tiene nada que ver el verbo con la realidad. Machis volvió al once. Aquello de dar prioridad a los de casa se perdió en el limbo. No jugó ninguno. Y no ... solo en esa zona del campo. En este caso, lo más grave reside en apostar por el venezolano por delante de Moro, el mejor futbolista del Real Valladolid en las ocho jornadas disputadas hasta el duelo de este domingo.

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El técnico traslada un recado claro a través de su alineación inicial. Si Comert es el encargado de hacer brotar el juego ofensivo del cuadro castellano no hay mucho más que añadir. El resultado se vio de forma clara en Zorrilla, donde el conjunto blanquivioleta se convirtió en un guiñapo a merced de un Rayo Vallecano, que solo tuvo que aplicar criterio, orden y un plan concreto de partido para dejar sin argumentos a un Pucela acartonado.

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Latasa debe salir del bucle y del once inicial

Latasa continúa enredado en un bucle sin salida. Además de perpetrar la peor versión del Sergi Guardiola más teatral y menos eficaz, el madrileño ha agotado todos los comodines. Pezzolano le cambió en el descanso tras una primera parte, en la que volvió a llegar tarde al remate y siempre salió rebotado del choque con el defensa rival. En el universo Latasa, los centímetros no aseguran presencia en el corazón del área. Todo lo contrario. El 'nueve' blanquivioleta nunca está en el sitio, siempre aparece en la chepa del adversario y no genera nada. Si no hay una cláusula que obligue a su titularidad, el técnico no debería seguir ofuscándose en darle oportunidades. El tiempo apremia y en Primera no hay regalos. Sylla sigue en el ostracismo.

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La diferencia entre el trampantojo y la realidad

El Real Valladolid vagaba por Zorrilla como un fantasma sin rumbo. 45 minutos a la basura. Pezzolano lo vio claro y movió ficha. El trampantojo besó el suelo y todo cambió. El técnico retocó el centro del campo, una banda (por fin Moro) y la vanguardia. En el eje de la zaga no tiene más. Por ahí llegó el empate del Rayo. De Frutos retrató a los centrales. Antes, Moro fabricó el 1-0 que Amallah embocó donde más le gusta, en el box to box y su presencia en el punto de penalti. Más chispa que orden.

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En el caos brotó la ventaja y del mismo brío nació el 1-1. Es la radiografía del cuadro castellano, que no consigue tejer una manta con suficiente tela para abrigar sus desvelos y cubrir sus vergüenzas. En la segunda entrega, al menos, el Pucela cambió la abulia por el nervio. Menos es nada, aunque los agujeros defensivos son ya un poco groseros y costaron una nueva derrota.

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El espíritu de Anuar, Luis Pérez y Lucas Rosa

Qué sería del Real Valladolid si todos tuvieran el espíritu, la actitud y la tensión de Lucas Rosa, Luis Pérez y Anuar, que inyectó energía cuando pisó el verde. Así está el Pucela. Pocas noticias del resto. Tras el intermedio, con el trío y los recambios, el cuadro albivioleta funcionó mejor, aunque sigue sin encontrar el punto a las transiciones ofensivas de su oponente.

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En el prólogo, el club homenajeó a Peternac. Qué puntería. Cualquier equipo que sueñe con la permanencia necesita un 'nueve' que marque goles. Los delanteros del Pucela aún no han hecho diana. Nueve jornadas. No hay más preguntas, señoría. Si el ariete no atina y los que tienen que guardar el castillo abren la puerta de par en par, el desenlace solo puede detenerse en la angustia y la desazón.

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Más pinta de cadáver que de muerto viviente

Lo peor del Real Valladolid es que da igual el adversario. Cualquier contrario le convierte en un cromo. Este domingo, el Rayo le caricaturizó en el primer acto, le dejó crecer en el inicio del segundo y le volvió a reventar la cresta después del 1-0. La situación del cuadro castellano es más que preocupante. Y lo peor es que no se puede hablar de falta de compromiso o de futbolistas que no corren. Qué va.

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El problema reside en la raíz, en la configuración de una plantilla que no da para más. Pezzolano regaló 45 minutos y en el descanso recompuso su pizarra. Juric, Moro y Marcos André aportaron energía en el despliegue, pero el problema reside en el colectivo. La inferioridad resulta sangrante. Juma, hasta hace dos días panadero en Sierra Leona y recién llegado al Promesas, y David Torres, al que se buscaba acomodo en el mercado veraniego, son los centrales titulares de un equipo roto, deshilachado e incapaz de mantener la competencia durante noventa minutos. En Segunda, cualquier destello significa un punto. En Primera hay que hacer mucho más para sumar. De momento, el Pucela mantiene su aspecto de cadáver andante. Diciembre sigue muy lejos. Ya no vale ni Zorrilla.

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