A solas con Jorge en el Real Valladolid
Partido de vuelta ·
El club se autoengaña pensando que con una carta semanal y un consultorio ficticio ya cubre el expediente para que la masa social no le dé la espaldaSecciones
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El club se autoengaña pensando que con una carta semanal y un consultorio ficticio ya cubre el expediente para que la masa social no le dé la espaldaEl último invento del Real Valladolid se llama 'Pucela Escucha'. Es un consultorio privado en el que Jorge Santiago, portavoz del club, atiende durante 20 ... minutos a los abonados que pidan cita. Solo los miércoles y jueves de 18 a 19.30 horas, eso sí. Esto quiere decir que, si extendemos la iniciativa hasta el 30 de junio, algo poco probable porque la pamplina se difuminará antes, pasarán por el diván como máximo 72 personas. Si lo llevamos al porcentaje que representa sobre la masa social (24.000) nos topamos con un escalofriante 0,3%. En resumen, una nueva pirueta de cara a la galería que no es más que un burdo artificio para seguir buscando elementos de distracción, vacíos de contenido, que en lugar de conectar con el hincha lo único que consiguen es ensanchar el desapego y la frustración. Si fuera un 'reality', se podría llamar 'A solas con Jorge'. Así, muy íntimo. Con la luz tenue, una mesa y dos sillas. Con humo en la sala. Me falta Jesús Quintero. «Cuénteme, qué le perturba», pronuncia con voz grave y pausada. En fin, pura parodia. Que en la parcela deportiva no hay nadie a los mandos es evidente. Los resultados hablan por sí solos. Ahora bien, que en el resto de las áreas también se haya perdido el norte es algo muy preocupante, no solo para el futuro, sino también para el presente.
Lo peor de todo es que el Real Valladolid se autoengaña pensando que con una carta semanal y un consultorio ficticio ya cubre el expediente para que la masa social no le dé la espalda y vuelva a pasar por caja cuando lance la campaña de la ilusión, la de la vuelta a Primera. Ya saben, cenizas, fuego, historia y un vídeo aderezado con una buena dosis de contenido emocional para disimular el fracaso y arrancar la hoja del cuaderno de la incompetencia. En el Pucela todo forma parte de un teatro del absurdo que arranca desde la deserción del presidente y termina a puñetazos en el banquillo entre el capitán y un compañero. Todo muy normal, oiga.
Las epístolas y el consultorio no son más que un trampantojo para esquivar dar la cara de verdad, ante los medios, ante la masa social completa, no solo un grupo de elegidos. Es una forma bastante corta de miras con la que el club trata de vender que tiene una comunicación directa y fluida con el fan, que es al que tiene que rendir cuentas. Un pretexto. Escapar al papel de los medios, porque resulta incómodo, no mejora nada. El único que se ha atrevido a hablar desde la verdad es Jorge Santiago, que ha calificado la temporada como un desastre. Lo ha hecho, eso sí, de manera improvisada y en un acto ajeno al club (la presentación de la Copa del Rey de rugby), no vaya a ser. Si la comunicación del Real Valladolid fuera sana, real y quisiera conectar de verdad con su afición, Ronaldo se presentaría en la sala de prensa de Zorrilla y se abriría de forma honesta a las preguntas de los medios. Solo así, los abonados tendrían una información veraz de lo que está ocurriendo. Como esto no sucede, el resto forma parte de una función sin gracia en la que nadie se divierte. El hincha vive sumido en una profunda depresión, el entrenador no escapa del buenismo y la sangría de derrotas, los futbolistas ya pasan de sudar y la institución sigue dando la vuelta al mundo por asuntos que continúan estrechando su valor. Es incompatible una venta rentable con las maniobras de autodestrucción que perpetra cada día el cuadro castellano. Pinta mal la cosa.
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