Ronaldo aguantó a Sergio a pesar de que convivía, dentro y fuera del club, con argumentos de peso que recomendaban su destitución para atajar el vuelo sin motor que dibujaba el equipo hacia el averno. El presidente blanquivioleta se puso orejeras y se parapetó detrás ... de su paciente modelo. Poco que decir. Es el dueño y emplea sus euros en lo que considera oportuno. El descenso del Real Valladolid cuajó de razón a todas las gargantas que pedían un cambio urgente. Una lección de vida con un peaje demasiado alto. En su segunda etapa en Primera, el cargo de conciencia envió a Pacheta al INEM cuando el Pucela vivía con incertidumbre y sensaciones inquietantes, pero aún tenía las botas fuera de los puestos que firman condena. El relato nos muestra dos errores de bulto, el primero por inacción y el segundo por precipitación.

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Como si fuera el juego de la Oca, el cuadro castellano vuelve ahora a la casilla de salida. Pezzolano ocupa el lugar de Sergio en el centro del escenario. Los números dejan en evidencia al circunloquio del técnico uruguayo y desnudan la confianza ciega que deposita el club en su pizarra. Los alaridos en su contra se escuchan hasta en Brasil, pero el Real Valladolid sigue fiando su suerte, y sus finanzas, a que un día el míster abandone el laboratorio y deje de condicionar sus planes al juego de un rival, que bracea desesperado para tratar de escapar del pozo de la tabla. No es la primera vez que ocurre. Al preparador blanquivioleta ya le costó abrir el planteamiento para percutir por los costados. Cuando lo hizo, se vio una de las mejores versiones del cuadro castellano en la presente temporada. Sin alardes, pero eficaz y punzante. Lo ilógico e irracional es tocar lo que funciona para generar el caos. A Sergio le ocurría lo contrario, se empecinó en morir con su núcleo duro. Entre el vaivén de uno y la parsimonia del otro habita el equilibrio. En el medio, el éxito o el fracaso.

Una de las mayores virtudes del ser humano reside en saber escuchar y aprender de los gazapos. Queda tiempo, pero no mucho. La irregularidad de los rivales representa bolas extra que el Real Valladolid sigue lanzando al cubo de la basura por la negligencia de su cuerpo técnico. Los futbolistas también tienen su parte de responsabilidad, pero está claro que la idea de cada partido nace de la libreta de Pezzolano, todopoderoso dentro y fuera del vestuario. Me imagino que no resultará sencillo para la plantilla cambiar de planes para adaptarse al patrón del penúltimo. No veo al Madrid metiendo hormigón en el centro del campo para aplacar las virtudes del fútbol-arte del Granada. Pues eso.

El Real Valladolid debe mirarse al espejo y dejar de hacerse trampas al solitario. El divorcio con la grada no se cura con postureos, sino con éxitos. Pezzolano dijo que la unión llegaría con el ascenso y con los resultados. Como siempre, su verbo no confluye con sus actos, caminan en direcciones opuestas. Así, con la montaña rusa desbocada, es muy complicado pensar en algo más que no sea la lotería del play off. Y gracias. A Primera se viaja con los buenos sobre el césped y con la personalidad firme para demostrar los galones también fuera de Zorrilla. Con Sergio, la paciencia terminó en drama. Con Pezzolano, la vida en blanco y violeta va camino de la desesperación.

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