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Kenedy respiró hondo y aliviado tras los dos goles de Santander. Se quitó la camiseta y se zafó de los complejos que le atormentaban. Es un futbolista nuevo. Está hasta más ágil, más trabajador, más solidario. Recibe y no solo busca su lucimiento. Solo hay ... que ver el brío que le metió a sus piernas para volar sobre el césped en un repliegue que abortó una contra del Leganés. Este esfuerzo demuestra su mutación. El brasileño puede marcar las diferencias y ya juega sin ataduras. Ayer se convirtió en una pesadilla para el dibujo académico del Lega. Desbordó, disparó, defendió y se incrustó en el centro del campo en pleno cerrojo madrileño para generar una superioridad, que al final resultó clave para facilitar la salida del balón del cuadro castellano. Impecable y determinante en todas sus acciones. Así, sí.
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La pizarra de Pezzolano apagó el aura de Borja Jiménez en el primer acto y se emborronó tras el descanso. El entrenador de moda de la categoría no supo descifrar la ecuación hasta que entró en el vestuario y arrancó varias páginas de su libreta. El Pucela destiló un minucioso conocimiento de los mecanismos defensivos y ofensivos de su oponente para convertir al Lega en un equipo plano hasta el intermedio. El empate descompuso al Pucela y elevó al Lega. Las ayudas y la solidaridad se convirtieron en un ovillo suelto. Iván Sánchez perdió filo y Moro no supo frenar su caída libre. De más a menos. Kenedy acusó el desgaste y el líder se vino arriba. Masip metió el capote a tiempo para frenar el revolcón.
3
Miguel de la Fuente llegaba a Zorrilla en racha. Boyomo se rapó la cabeza para intimidar. El central del Real Valladolid firmó una actuación impecable. El vallisoletano del Lega no tuvo opciones. Gustavo Henrique por fin enseñó su versión más estable. El brasileño hizo match con Boyomo y el plano abierto del Lega se metió en una mirilla. Escudero y Luis Pérez aportaron equilibrio y solidez en los costados. Mucho curro. Pezzolano llegó al partido con los deberes hechos y planteó un entramado defensivo que aplicó la misma intensidad en el repliegue que en la anticipación. Lástima el bajón del segundo tiempo y el empate.
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El Pucela se despegó de la tela de araña con un golpe seco. Un pase, un gol. Escudero desnudó las virtudes del tiki-taka con un envío preciso que Sylla convirtió en una galopada, que terminó en final feliz tras el tiralíneas del VAR. Hasta el 1-0, el Pucela estaba algo atascado ante un rival con un concepto táctico basado en la armonía de sus movimientos en el repliegue y el punzón afilado en el despliegue. En el segundo acto, el concepto de Borja Jiménez ganó elasticidad y la propuesta de Pezzolano perdió empaque y variedad.
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El Pucela mejoró sus prestaciones ante el líder. Le faltó un milímetro para sonreír tras la última pancarta. Un suspiro, convertido en error colectivo a la salida de un córner. Nada que ver con los partidos perpetrados contra otros gallos como el Éibar o el Espanyol. El Lega es otro rollo. Tiene hechuras de claro candidato al ascenso. El poder del grupo por encima de las individualidades. Poco brillo y mucho trabajo en la trastienda. A pesar de la redondez táctica de su oponente, el cuadro castellano nunca torció el gesto y no ganó porque se atragantó en la estrategia a balón parado. Una pantalla coral dejó solo a Sergio González, que encañonó con la cabeza a Masip. El empate es justo. No se le pueden poner muchos peros al Real Valladolid, que sufrió tras la igualada, pero que demostró hambre y determinación. Un tiempo para cada uno y un resultado que mantiene a los dos en el camino hacia el éxito. Toca seguir remando.
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