El ruido, las nueces y la planificación

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Ronaldo Nazário: «Las ganas que tengo de quedarme son mayores que las de vender»

Arturo Posada

El que ha cerrado cualquier espacio para la reflexión es Pezzolano. El técnico zanjó las dudas sobre su futuro cuando expuso públicamente la cláusula de su contrato que hace referencia a su renovación automática en caso de ascenso. Está bien que el preparador uruguayo defienda su butaca, pero su proyecto solo tiene sentido si Ronaldo da la sorpresa y no vende. El presidente y el míster lo saben. Todo forma parte del proceso. El ruido y las nueces. Un cambio de propiedad removerá por completo los cimientos del club. Y en un ecosistema de fricción extrema entre la afición y el entrenador, no cotiza en las apuestas que el nuevo presidente rescindirá el contrato del uruguayo y su ejército de asesores más cercanos. Pezzolano, que sigue descargando las balas que tenía clavadas en el uniforme durante todo el curso, tampoco ayuda a convertir su éxito deportivo en un bálsamo para alisar las asperezas con la grada. Más bien al contrario. Cada vez que se acerca a un micrófono riega la llama con gasolina. Posa con la bandera blanca, pero su rabia interior le impide olvidar el 'Pezzolano dimisión'.

Lo que me preocupa de todo este contexto es que los plazos ahoguen la planificación de la próxima temporada, en la que el Pucela tiene el reto de cerrar la puerta del ascensor para asentarse en la zona noble. Ronaldo debe acortar los plazos. Si ya ha decidido vender, que firme cuanto antes. Si opta por continuar, que cande la puerta de su despacho. El club necesita estabilidad y el limbo es el peor compañero. Estoy seguro de que la máquina no se ha parado.

Es lógico que en Marketing y otras áreas la vida siga y ya estén dibujando el triunfal regreso a Primera. Eso no afecta al proceso de venta. La parcela deportiva, en cambio, es mucho más sensible. Por eso, Catoira y compañía estarán avanzando operaciones, pero entiendo que no las cerrarán porque los que lleguen tendrán su idea de fútbol y querrán apostar por un primer equipo que responda a las necesidades de sus objetivos. Y como en un club de fútbol, a diferencia de cualquier empresa, el balance vive preso de las victorias y las derrotas, todo lo que se dilate la decisión final impactará directamente sobre el margen de maniobra para construir un vestuario, entrenador incluido, capacitado para conseguir que el ascenso no vuelva a ser flor de un día.