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Gambetas largas

El Real Valladolid no es un equipo, es un juguete

El Pucela se descompone de forma grosera, sin dirección, sin actitud ni decoro ante un Atleti que no marcó más porque no quiso

Sábado, 30 de noviembre 2024, 23:20

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Siete estatuas contra dos guepardos en el 0-1

El primer gol del Atleti retrata al pie de la letra la realidad que vive el Real Valladolid. Tres atacantes contra siete defensas en la pizarra. En la realidad, tres guepardos y siete estatuas. Llorente abre la zancada y se cuela entre dos para llegar ... a la línea de fondo, pone el cuero en el corazón del área y ahí, en una zona prohibida, cuatro futbolistas del conjunto blanquivioleta siguen con la mirada a Lenglet, que fusila a Hein. Les faltó la libreta y el boli para pedir un autógrafo. Así está el Pucela. El VAR evitó que el sonrojo al descanso fuera sonoro. Media rodilla y un milímetro de una bota impidieron el 0-5. Los dos tantos anulados fueron similares al primero. Un púgil pasivo y el otro con el guante tenso, sin piedad.

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Sin balón, el fútbol es una quimera

Estamos en diciembre y no sé exactamente lo que propone el Pucela en cada partido. Parece que quiere defender, pero se presenta sobre el césped deshilachado. Acumula futbolistas de contención, pero recibe goles como si fuera un benjamín a manos de un internacional absoluto. No hay ritmo, tensión ni orden. Todo es un caos. Cualquier rival se convierte en el Brasil de Pelé. El problema no reside solo en la figura del entrenador. Nace en el palco, continúa en la dirección deportiva y termina en los futbolistas. Es una inacción sin freno.

El planteamiento de Pezzolano, eso sí, ayuda a descomponer a un equipo que ha perdido completamente el norte. Sin balón es imposible jugar a nada y el Pucela no huele el cuero con un mínimo de coherencia desde el debut ante el Espanyol. Por el camino, el preparador uruguayo sigue buscando soluciones (dice). En realidad, lo que hace es seguir destrozando a una plantilla que ya no cree en su discurso.

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Cualquiera diría que el Pucela se juega la vida

Si no fuera porque en la sala de prensa pronuncian un discurso de unión y «todos a muerte» con el entrenador, pensaría que los futbolistas están atusando las sábanas, poniendo el edredón y acolchando la almohada para que Pezzolano cierre la puerta por fuera. El técnico tiene su parte de culpa, pero el ridículo de ayer también deja señalado al vestuario, que se ubicó en la orilla opuesta al mínimo exigible a un equipo de Primera. Sin tensión ni marcas, el encuentro se convirtió en un rondo.

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El Atleti toca y el Pucela amaga con correr. El Atleti vuela y demuestra ambición, el Pucela se escapa por el desagüe sin remisión. Cualquiera diría que el cuadro castellano se juega la vida. Si no es por el rival, que tiene entidad y nombre, el duelo de ayer podría haber sido un Trofeo Ciudad de Valladolid rándom, de pretemporada. Pero solo para el Real Valladolid, porque su adversario sí pisó el césped como lo hace un conjunto profesional, no como un grupo de aficionados que se pone la camiseta del Pucela para pasar la mañana del domingo a la espera del bocata y la cerveza post-pachanga.

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A este paso, Zorrilla va a convertirse en un solar

El Real Valladolid vive instalado en dos realidades que no confluyen en ninguna parte. Por un lado está su discurso. Unión, ciudad, afición. Todos juntos. Mucho mensaje de motivador barato en redes sociales, pero hechos que caminan en la dirección opuesta. Por mucho que exprimas el marketing, si el fútbol del primer equipo sigue siendo un chiste y los resultados un drama, el único desenlace posible es la desconexión de la grada con el club.

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Hay que vender, pero sin verdad, el negocio se transforma en un trampantojo. Y, en este momento, el cuadro castellano se ha transformado en un fantasma, un cuerpo sin alma, sin nadie al volante, nadie que tome la decisión de intentar dar la vuelta a una situación que ya es insostenible. A este paso, Zorrilla va a pasar del metro en hora punta a un desierto.

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Qué mas tiene que ocurrir, versión 2.0

En el 'partido de vuelta' de esta semana titulaba, de forma irónica, que qué más tiene que ocurrir para que alguien mueva un dedo en el Real Valladolid y busque algo más que el inmovilismo para sacar al equipo del esperpento. Puede que el encuentro de ayer sea la respuesta. O no. Nunca se sabe. El Pucela vive instalado en el despropósito.

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El Atleti te puede golear, pero no así. No puede hacerlo corriendo más que tú, haciendo más faltas, poniendo más ganas. Lo mínimo es eso. Si después de este ridículo, con la afición escapando de Zorrilla y haciendo mofas de pura impotencia, nadie hace algo, empezaré a pensar de todos dan por hecho el descenso y esperan que llegue con el menor coste posible. Menos mal que el choque no terminó en un set. El meme habría sido infinito.

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