El Real Valladolid es una ecuación irresoluble. Por mucho que intento despejar la X, no consigo aterrizar en un resultado lógico. Las gráficas se convierten en paralelas que dibujan un camino independiente e infinito. Cada una por su cuenta. No hay certezas de que algún ... día confluyan y, menos aún, si no se produce un giro radical. La masa social pulula por un lado, la propiedad por otro y el primer equipo continúa lanzado hacia el abismo que representa el descenso.
Ronaldo está decidido a vender desde el epílogo del curso pasado. Ahora, con la ciudad en contra y la parcela deportiva como un solar, la transacción ha mutado a un viaje sin retorno. Es una prioridad. En cualquier negocio, cuando alguien quiere poner sus activos en el mercado, lo primero que hace es buscar la revalorización. En el Pucela, el tránsito es completamente inverso. El ejercicio que está dibujando la entidad castellana representa la mejor forma de restar euros al precio final. O el astro brasileño ya tiene cerrada la operación, incluso en Segunda, con lo que el asunto deportivo pasa a ser un aspecto irrelevante, o no se puede entender que hayan tardado diez días en encontrar al sustituto de Pezzolano, con dos partidos clave como amargos ingredientes para un vestuario, que se desangra sin que nadie anude el torniquete.
El casting para encontrar entrenador ha enseñado de forma evidente las costuras de la dirección deportiva, que ya estaba en pañales tras el cierre del mercado veraniego. La elección del sustituto de Pezzolano significa una nueva pirueta difícil de comprender. Ojalá que Diego Cocca dé con la tecla y encuentre el anverso del calcetín. Lo tiene difícil, eso sí. A lo que iba. Hablo de un nuevo doble mortal con triple tirabuzón en la elección del técnico porque el club vuelve a cometer el mismo error que con el preparador uruguayo. Apuesta por un perfil sin experiencia en España, sin referencias tangibles. Mucho riesgo para una situación límite, en la que una gota de agua parece un tsunami. Esperemos que la exitosa trayectoria del argentino en México se refleje en el Pucela. Su currículum no apunta demasiada continuidad en los proyectos en los que ha estado, pero el tiempo dirá.
Un nuevo gazapo sería definitivo para el futuro blanquivioleta en Primera. Intento encontrar en ese miedo a fallar (una vez más) la causa que justifique la cámara lenta que ha marcado a la operación renove del banquillo pucelano. Lo que no termino de entender es el desenlace. Esperaba un técnico con experiencia en Primera, con pericia para controlar vestuarios áridos, como el del Real Valladolid, y situaciones deportivas dramáticas. Y que, además de esta habilidad, presente en su expediente éxitos que acrediten, al menos sobre el papel, que está capacitado para que el colista de la liga española (no de otra liga), a un palmo del desahucio, consiga esquivar el drama. Sé que no es una tarea sencilla, pero es el trabajo que ha elegido Catoira. Cada uno en su profesión tiene sus retos y, de momento, el director deportivo se debate entre el suspenso y el muy deficiente. En unas semanas veremos si Cocca tiene esa «experiencia, carácter y es capaz de limpiar el vestuario». No lo digo yo, lo anunció Bruno Mazziotti en pleno proceso de selección. «Hay que empezar de cero», matizó. Eso está bien. Elegir a un técnico desconocido puede que también sea la solución. El problema radica en el tiempo y el margen de error, que no hay.
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