Una aficionada de uno de los fondos discute con Masip al término del partido. Rodrigo Jiménez
Gambeta larga

¿A quién quieres ganar Pucela sin tirar a puerta?

El Real Valladolid se deja atrapar por la ansiedad y termina fulminado, en Segunda, víctima de la incompetencia que le ha privado de una vida mejor

Lunes, 5 de junio 2023, 00:22

1

La precipitación esconde la coherencia

El Pucela se enmarañó en una jungla de nervios e imprecisiones. El Getafe hizo lo esperado, romper el ritmo, presionar con firmeza y convertir el duelo en una pradera de faltas. El fútbol hosco como ejercicio de supervivencia. Poca luz y mucha tiniebla. El conjunto ... castellano no encontró el interruptor para encender la bombilla. Las canillas se hicieron gelatina y el ejercicio básico, control y pase, se transformó en un universo inalcanzable. Sin base ni criterio, el Real Valladolid se encomendó a la precipitación. Y en ese escenario, el libro de Bordalás se hizo fuerte, el metro se disfrazó de milímetro y el espacio dimitió para dejar sin recursos a un conjunto blanquivoleta con poco reprís y demasiada angustia.

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2

La huevina mal entendida y el otro fútbol

Lo dijo Pezzolano en la previa. Esto no va de pelotas, va de fútbol. La huevina no marca goles ni levanta un muro en el arco propio. Los huevos no son sinónimo de afrontar el partido con la garganta anudada. Huevos es correr más y mejor, aplicar pausa cuando el rival hace el acordeón, querer la pelota, tener serenidad para rematar con tino, despejar sin tembleque. Todo eso se hace también con testiculina, más conocida como personalidad. Bordalás no defraudó y al Real Valladolid le faltó un plan concreto. Bueno, ni concreto. Le faltó el plan. Jugó sin pensar en cómo esquivar le mordisco de su oponente. El Getafe se conformó con provocar el gazapo pucelano y las ideas se quedaron en la guantera.

3

La trampa de Bordalás para obturar el dibujo pucelano

El Pucela fulminó al Barcelona con las costuras desabrochadas. Afiló su pizarra para apuñalar al campeón por los perfiles. Bordalás lo tenía claro. Con el dibujo cerrado, al Real Valladolid se le apagan las luces. Plata y Machís vivieron en inferioridad. El Getafe siempre buscó el dos contra uno para impedir la galopada y anular el centro. Larin se acostó en una trinchera, sin opción de salir al escaparate para rematar. No le llegó un balón limpio. Más melones que caramelos. Pezzolano ajustó el sistema y entregó más presencia ofensiva a Pérez y Olaza en el segundo acto. No hubo progreso porque el fútbol no salió del sótano. Masip apareció de nuevo para dar oxígeno. Kike no mejoró a Plano. El técnico buscó consistencia y se topó con una losa.

4

El Yamiq como quarterback y desesperado ariete

Cuando El Yamiq se convierte en tu quarterback, está claro que tienes un problema. Y si el hilo conductor de tu planteamiento se transforma más tarde en ariete, el socavón es un terraplén. El marroquí no es precisamente un virtuoso, luce más en el corte que en la creación y ayer jugó a lo que no sabe. Pues bien, El Real Valladolid confió su vida al cambio de juego, con el central convertido en emisor. El resultado no ofreció réditos. Todo lo contrario. Mesa firmó su peor partido del curso. Las botas se le dieron la vuelta. Un pase a dos metros, una quimera. Aguado, el canario y Kike fueron un chicle y el partido pedía mantequilla, una superficie sobre la que volar, no un suelo de arenas movedizas en el que terminar ahogado.

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5

Pucela, desciendes porque te lo has ganado a pulso

Qué has hecho, Pucela. Es imposible terminar peor. Si yo fuera futbolista, me gustaría jugarme la vida en mi estadio, ante un rival de mi nivel y con la única incertidumbre de saber que tengo que ganar para no mirar a otros campos. El Real Valladolid no ha tenido decoro ni para sacar un cinco en la recuperación. Pucela, te marchas a Segunda porque has sido un incompetente, un equipo que ha vivido del verbo y se ha olvidado del fútbol. Un equipo que termina deshilachado y que en el partido decisivo no dispara entre los tres palos. Qué más quieres, Pucela. Ahora volveremos al tópico. Algún día tendrás que dejar de mirarte el ombligo y recuperar la dignidad que has perdido tras una temporada lamentable.

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