El Pucela no respeta ni a San Pedro Regalado
«Álvaro Rubio vuelve a dibujar una alineación inverosímil y el Real Valladolid, abúlico y andarín, suma una nueva derrota ante un Girona a medio gas»
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Rotaciones a la altura de equipo Champions
El Real Valladolid actúa como un equipo de regional, pero su técnico rota como si estuviese a las puertas de la final de la Champions ... después de una temporada cargada de partidos, miércoles-domingo-miércoles-domingo. Pero no. El Pucela entrena poco y juega menos. Más bien, prepara los envites a medio gas y cuando pisa el verde en partido oficial lo hace sin tensión, abúlico, mirón. Cualquier adversario le revienta las costuras andando. Si una plantilla como la del conjunto castellano, que lleva haciendo el ridículo toda la temporada y que hace menos kilómetros que Ronaldinho con los veteranos del Barça, no está preparada para repetir once, o al menos alinear a los mejores en dos partidos separados por tres días, el club debería despedir mañana mismo al cuerpo técnico, por incapacidad, y limpiar el vestuario sin esperar al 30 de junio. Una vez más, el relato se aleja de la realidad. Rubio se muestra satisfecho con el trabajo de los chavales y al día siguiente deja a seis titulares fuera del listado inicial. Una sinrazón constante.
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Ritmo inferior a un partido de solteros contra casados
Mis colegas de los martes corren más que el Pucela. Alguno de cincuenta y pico pasaría por encima de más de un futbolista del Real Valladolid. Al menos le ponemos ganas. Los martes vamos con ilusión y actitud, aunque solo sea por la birra del tercer tiempo. A lo mejor es la clave y el club tiene que instaurar la caña postpartido para que los pupilos de Rubio suden y al menos dejen de pulular sobre el césped como un muerto viviente. Un encuentro de solteros contra casados tiene más tensión. El cuadro castellano ha perdido hasta la vergüenza. Pisa el terreno de juego sin ambición, siguiendo al rival con la mirada. De fútbol mejor ni hablar. Es una quimera, algo desconocido para un equipo que ni puede ni quiere. No tiene bemoles ni decoro para dejar de faltar al respeto a su afición. Actúa como el típico alumno que quiere engañar al profesor antes del examen haciendo creer que lleva toda la semana hincando codos, pero cuando llega la prueba entrega el folio en blanco.
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Un muerto viviente que ni ataca ni defiende
Da pena ver las transiciones del Real Valladolid. Es un dos para seis la mayoría de las ocasiones. En una de ellas, Grillitsch giró el tobillo, sin mucho recorrido no vaya a lesionarse, y Moro se desplegó con filo para plantarse delante de Gazzaniga, perfilado para embocar con la diestra a la cepa del palo contrario. No vio a Latasa ni a Chuki. Disparó fuera. Fue la contra más decorosa. En el resto, el Pucela pareció un tractor con la rueda pinchada, incapaz de atacar y demasiado blando en la marca. En el tiovivo de alineaciones en el que vive prisionero Álvaro Rubio, esta vez resucitó a Mario Martín, que llevaba semanas en el limbo. También debutó Parente, que al menos le puso interés y demostró que tiene cualidades. El problema es que le rodea la galbana y así es complicado progresar.
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Un cantante en 'playback' que no se sabe la letra
Rubio eliminó a Ferreira, futbolista en propiedad, y devolvió la titularidad a Hein, cedido. Le salió bien la jugada porque su equipo sobrevivió gracias a la pericia de su arquero, que evitó una goleada con varias paradas de mérito. El Girona no es ni la sombra del equipo que se metió en Champions. De hecho, está en las antípodas. Toca como un autómata a cámara lenta, no tiene punch arriba y apenas utiliza las bandas con velocidad. Cualquier oponente le habría pintado la cara, pero el Pucela no, porque el Pucela es como un cantante en 'playback' que no se sabe la letra y va siempre con la mueca desdibujada. Es imposible seguir la canción porque ni afina ni es capaz de disimular. En los albores del segundo acto, la torrija del cuadro catalán despertó al conjunto vallisoletano, pero Anuar se topó con el larguero y ahí murió el ímpetu.
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Zorrilla va camino de convertirse en un solar
San Pedro Regalado. Muchos aficionados de puente y un partido del Real Valladolid como epílogo de una fiesta, que para Zorrilla se convirtió en un funeral. La segunda peor entrada de la temporada y bajando. Es posible que ante el Leganés no queden ni las butacas. Catoira, Mazziotti, García y poco más. Al menos se librarán de los pitos. Los pocos que van ya pasan hasta de protestar. En esto se ha convertido el Real Valladolid, en un fantasma que está espantando a la mayor masa social de su historia. Ante el Girona, el resultado se veía venir desde el anuncio de los onces. La victoria visitante no llegó antes porque el equipo de Míchel está en horas muy bajas. La única esperanza ahora es que la venta llegue cuanto antes, porque todas estas semanas perdidas pueden ser una losa imposible de levantar. Lo mejor es que solo restan dos dramas para cerrar el libro. Es una pena, pero el Pucela ya no respeta ni a su patrón.
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