Latasa se lamenta tras una ocasión fallada. Rodrigo Jiménez
Gambetas largas

Al Pucela se le encogen las ideas

El equipo blanquivioleta estuvo tenso y aplicado en la presión, pero no encontró el camino para descifrar el entramado táctico del Leganés. Los de Pezzolano pusieron más corazón que acierto y se mostraron imprecisos en el último pase

Miércoles, 28 de agosto 2024, 21:51

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Mejor en la presión que en la definición

El Pucela arrancó como un avión. Nada que ver con la parsimonia del Bernabéu. Pezzolano adelantó líneas y la presión en campo contrario encendió la mecha para descomponer el orden propuesto por el Leganés, un equipo con las filas siempre prietas y la mente despejada. ... El aliento blanquivioleta acogotó al cuadro madrileño y la primera ocasión brotó del impreciso empeine de Amath a los 50 segundos. El senegalés eligió la vía rápida y envió la pelota fuera cuando tenía tiempo para controlar, amagar y definir.

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La pasión desbocada del Real Valladolid duró veinte minutos. La tensión se fue acomodando al compás de la lentitud en el proceso de elaboración del juego. El duelo tuvo tres fases. La primera de puro nervio, la segunda, más opaca, y la tercera, descorchada con la energía que aportaron los primeros cambios, en el minuto sesenta, que frenaron el crecimiento del once madrileño y encresparon de nuevo la ambición de los vallisoletanos. El denominador común de las tres fue la tiniebla en los últimos metros.

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Boyomo, como Morante en La Maestranza

Boyomo abrió la puerta grande desde que el club comunicó las alineaciones. Lo que no tengo tan claro es que vuelva a vestirse de blanco y violeta. Veremos. El interés del Osasuna y las carencias que presenta el Real Valladolid han convertido al camerunés en algo parecido a un héroe para la afición. Morante en La Maestranza con el público agarrado al pañuelo. El central blanquivioleta devolvió la confianza con un partido sobresaliente. Tenso en el corte e insuperable en el espacio abierto, se ganó el calor de la hinchada y, quién sabe, a lo mejor sumó algún kilito a la última oferta que puede llegar antes del cierre del mercado. En lo que se resuelve el asunto, Boyomo, que el año pasado terminó relegado al banco por Pezzolano, demostró que, si no hay más refuerzos, tiene argumentos para ser indiscutible.

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Las impresiones de Juric y Amallah arrastran al resto

Juric no estuvo en su salsa, aunque mejoró en la segunda entrega. Amallah también maduró cuando Pezzolano agitó el banco y Kike se perdió en el enredo táctico del Leganés. La propuesta ofensiva del técnico uruguayo depende de la lucidez de estas tres posiciones para que el balón circule con velocidad y los extremos amasen el espacio por fuera para fabricar oportunidades. Las imprecisiones de los mediocampistas arrastraron al resto y el Lega tuvo su momento en la segunda parte. Boyomo salvó la papeleta. El caso es que el Pucela fue a menos y el cuadro madrileño encontró una mina de ideas entre líneas con la salida de Óscar y el aplatanamiento imaginativo del Pucela. Moro terminó fundido y Amath, ocasión al margen, no firmó su mejor tarde. De ahí, de la morodependencia y de la incapacidad para encontrar un fútbol más profundo nació el empate sin goles entre dos rivales con más táctica que talento.

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El fútbol de Latasa y el estilo de los extremos de Pezzolano

Sylla llevaba pidiendo a gritos el cambio desde el primer acto. El ariete blanquivioleta se vació en la carrera, pero nunca encontró su sitio, ni en la presión ni en el área, su hábitat. Pezzolano aprovechó la inscripción in extremis de Latasa y le entregó media hora. El corpulento delantero vive en las antípodas de Sylla. Con menos movilidad, pero más presencia, el Pucela desaprovechó sus centímetros con dos extremos a contrapié. El que mejor la puso fue Rosa, curiosamente. El brasileño volvió a ser de los mejores. Muy firme en la retaguardia y punzante para incorporarse, tanto por fuera como por el carril del ocho. El míster tiene ahora un dilema en la vanguardia. ¿Sylla o Latasa? Marcos André ha retrocedido peldaños en la escalera de la titularidad.

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Cuatro puntos a la espera del Barça y el final del mercado

LaLiga debería hacérselo mirar. Es la canción de todos los años. Una competición seria no puede tener abierto el mercado de verano durante cuatro jornadas. Más que nada porque los puntos cuentan lo mismo y las plantillas están en la incubadora. Y luego las apreturas de fechas y el parón. Por eso, el planteamiento que ha hecho Pezzolano de este minicomienzo del curso es acertado. Ha centrado el foco en sus dos finales. En la segunda, la de ayer, le pesaron las piernas y se le encogió la claridad de ideas cuando el Leganés descifró su planteamiento. Un equipo con poca pólvora no puede desperdiciar una ocasión clara en el primer minuto. No hubo más oportunidades de ese porte, aunque Moro no dejó de intentarlo. Cuatro puntos en tres jornadas es un buen botín, pero el club no debe perder de vista que la temporada se puede hacer demasiado larga si no consigue equilibrar las carencias que destila la primera plantilla. Quedan un par de días. Es imprescindible que los resultados no escondan los boquetillos que hoy son atisbos pero que mañana se pueden convertir en abismos.

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