Los jugadores del Andorra celebran el tanto de la remontada. Martín Silva
Gambetas largas

Pezzolano deja al Pucela con cara de tonto

«El técnico firma un planteamiento indigno para un candidato al ascenso y remata al equipo con variaciones tácticas que pusieron en bandeja la victoria del Andorra»

Domingo, 3 de marzo 2024, 17:11

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El planteamiento de Pezzolano, un retrato de su incapacidad

Cualquier equipo serio y digno, que realmente quiere pelear por el ascenso, después de golear en casa a un rival enrachado como el Oviedo (3-0), pisa el césped del penúltimo clasificado con determinación, con el mismo once y las ideas claras para ganar y ... seguir en la pelea. El Pucela ni es digno ni es serio. El Pucela es la nada. Bueno, más que el Pucela su entrenador, que en lugar de dar continuidad a un planteamiento que estaba funcionando, con amplitud por los costados, solidez defensiva y buenas prestaciones en el centro del campo, decidió volarlo por los aires con un planteamiento infame. El conjunto castellano se presentó ante el Andorra con las canillas rilando, sin fútbol ni ambición. Debería haber un comité de entrenadores para entrar de oficio y retirar el carné durante unas jornadas (o para siempre) a técnicos que perpetren atentados a la coherencia como el que ayer dibujó en su pizarra Paulo Pezzolano. La derrota es el vivo retrato de su incapacidad para dirigir a un equipo que busca una vida mejor.

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El balón en largo y el juego a cámara lenta como señas de identidad

El fútbol del Real Valladolid en Andorra resultó un suplicio. Pezzolano apostó por De la Hoz en lugar de Juric, que volvió al banco. En el costado zurdo, aplastó la cresta de Biuk para meter el músculo de Anuar. El mundo al revés. En condiciones normales, es el vicecolista el que debe adaptar su dibujo para pelear contra el candidato al ascenso. Ayer no. El técnico uruguayo quiso contrarrestar el juego combinativo del Andorra antes de pensar en cómo ganar los tres puntos. Y en este contexto, al cuadro castellano se le olvidó correr sin balón para abrir espacios y buscar desmarques de ruptura, ningún centrocampista tuvo la pericia para descolgarse en la creación del juego y el único argumento residió en el balón en largo, al limbo, por parte de la defensa. El 0-1 de Boyomo fue un sueño del que el Pucela despertó a bofetones en el desenlace del duelo.

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Si Kenedy es el primer cambio, en el descanso, sobra el resto

Pezzolano decidió mover ficha antes de su amado minuto 60. Con ventaja en el marcador, situó a Kenedy en lugar de Anuar. Cualquiera podría pensar que el técnico buscaba el segundo con esta maniobra, pero el brasileño pinchó el globo en dos minutos. Su principal aportación fue un pseudo-disparo, en el que casi se parte el tobillo al golpear al césped, dos amagos de esprín a cámara lenta, tres pantomimas para hacer que presiona y cuatro balones perdidos que pusieron en un brete a Masip y la retaguardia. Leyendo el global del partido, desde el enfoque inicial, es lógico este cambio si el entrenador pretende perder a toda costa. Había que neutralizar como fuera el 0-1 y nada mejor como jugar con diez.

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El mayor peligro del Pucela llega a través de Boyomo

Las dos mejores oportunidades del Real Valladolid llevaron la firma de Boyomo. Una fue gol y la segunda estuvo a un palmo de cruzar la última frontera. No hay más preguntas, señoría. Lo mejor de la derrota, por la mínima, es que enfrente estaba el Andorra, un equipo que me recuerda al filial con buena técnica que se mide al primer equipo el jueves para foguear su fútbol, con mucho toque y poco filo. Normalmente, los mayores siempre ganan. Salvo que el conjunto superior sea el Pucela y a los mandos esté Pezzolano. Entonces, el sonrojo cambia de bando y la ventaja se convierte en un chiste sin gracia.

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Todavía hay tiempo, dimisión o destitución urgente

Hace unas semanas, cuando el mercado de invierno echaba el telón, apunté que el mejor fichaje habría sido la salida de Pezzolano. Como el técnico no toma la iniciativa, el club no puede esperar más para poner pie a tierra si no quiere terminar el curso con el pañuelo empapado. Es inasumible visitar al penúltimo con la opción de colocarte tercero, a un par de milímetros del ascenso directo, y terminar perdiendo 2-1 ante un rival con más sombras que el Campo Grande. La derrota siempre es una opción, pero el planteamiento y los cambios, no. Es inasumible e inadmisible perpetrar estos vaivenes justo cuando el Real Valladolid parecía encaramarse de verdad a los dos primeros puestos.

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