Pezzolano y Catoira tienen mucha plancha

El fútbol del Pucela luce más solvente en el presente curso, pero sigue sin tener el filo suficiente para traducir su dominio en goles. Monchu y De la Hoz marcan los tiempos, Moro y Tunde orientan siempre el primer control para buscar el desborde y la velocidad. Iván Sánchez es el alma libre que se asoma al dibujo para cambiar el brochazo por una pincelada genial, pero ahí termina todo. Es como vivir en un 'uy' permanente. Todo fluye hasta que llega la hora de la verdad. Es como el púgil que se mueve bien en el centro del ring, pero se pasa el combate amagando, bailando, y se enreda en las cuerdas cuando recibe el primer tortazo. Cedric tocó su primer balón en la prolongación del primer acto. Minuto 51. No fue en el área maña, sino en la banda izquierda, atropellado. Contactó con el cuero para mandarlo fuera. Es un dato que resume el partido del Real Valladolid en Zaragoza. Mucho control, buen trabajo coral para gobernar el duelo y nula capacidad para fabricar oportunidades claras. Un delantero centro sin balón es como un torero que entra a matar con la espada de plástico.

El técnico borró parte de la pizarra durante el descanso. El 1-0 no le sentó bien. La decisión del VAR tampoco. Metió a Lucas Rosa y Kenedy por Escudero y Moro. Al Pucela se le atragantó la maniobra y el Zaragoza no sentenció porque el VAR no quiso. Pezzolano arrancó una hoja más de su libreta antes del minuto 60. Boyomo volvió al banco, como en el debut. No termina de acoplarse el central. De la Hoz pasó al eje de la zaga para dejar su sitio en la creación a Joni Montiel. León apartó a Cedric, con el revólver vacío. El entrenador uruguayo buscó afinar el trazo de su fútbol, aunque la realidad no acompañó a su idea. El cuadro maño ganó espacio. Escrivá descifró la ecuación blanquivioleta y el encuentro se apagó con más sobresaltos que certezas para el equipo pucelano.

La faena es que estos partidos de agosto no pertenecen a la pretemporada. Pezzolano va ajustando cromos, pero le faltan nombres y tiene muchos huecos que llenar para encontrar un once de garantías. De momento, va matando el hambre con lo que pilla. En la despensa todavía rebota el eco. Ayer debutó Montiel. Tiene calidad, velocidad e intención. Veremos si su progresión es tan ambiciosa como parece. La efervescencia de Moro perdió burbujas por el camino y la magia de Iván Sánchez se difuminó entre el paso de los minutos y su frustración, aunque terminó bien. El técnico tiene mucho trabajo por delante para salir vivo de la incertidumbre que mastica el mercado. Un buen esprín evita inquietudes. El Pucela muestra buenas hechuras. Por algo es un gallo. Eso sí, los rigores siguen siendo los mismos, tanto en defensa como en ataque. Dos asignaturas que hay que aprobar antes de la primera semana de septiembre para no tener que abonarse a la recuperación.

Si Pezzolano tiene la mesa llena de deberes, a Catoira se le acumula la plancha. Esta semana ya ha hormigonado el centro del campo. Bien. En los dos primeros partidos ha sido la línea más brillante, eso sí. Ya está completa. Ahora le falta ensamblar el puzzle en la retaguardia y, sobre todo, fichar gol. Si no acierta, vamos a vivir con el nudo en la garganta todo el año.