Once inicial del Real Valladolid durante el minuto de silencio en El Sadar. Carlos Gil-Roig
Opinión

'Open week, open mind'

Partido de vuelta ·

«El equipo cortocircuita permanentemente porque la idea del juego nace de la inferioridad, de un corsé que le impide competir en igualdad contra la mayoría de los rivales»

Juan Ángel Méndez

Valladolid

Miércoles, 6 de noviembre 2024, 18:06

Bruno Mazziotti y Paulo Pezzolano abrieron la semana ('open week') con una charla sobre el césped de los Anexos. En realidad, lo que buscaban era hacer un ejercicio de 'open mind' (abrir la mente) para buscar el reinicio ('reset') que necesitan el club, la plantilla ... y el cuerpo técnico. Echo el freno a los anglicismos y a los artificios impostados de esa terminología que predomina en el espectro marketiniano más esnob. Como si saltear conceptos en inglés fuera sinónimo de trascendencia, de conocimiento o de profundidad. La vida se lee mejor en castellano, aunque para comprender la realidad del Pucela a lo mejor hay que apuntarse a un curso de arameo. Me imagino los términos de la conversación entre el técnico y su superior.

Publicidad

– «Bruno, confía, hacemos lo que podemos. Estamos trabajando bien. Estamos cerca de conseguirlo. Solo falta meter un gol más que el rival y encajar uno menos». Ahí, con lógica.

– «Paulo, querido, que llevamos 8 puntos de 36; 4 de los últimos 21 y no vemos variedad táctica y de jugadores para conseguir competir mejor. Que nos está ganando cualquiera, Paulo. ¿Tan mal ves a los que no juegan nunca?». Con realismo

– «Es lo que hay, Bruno. No tenemos más». Para cerrar. Con conformismo.

¿Realmente no hay más o es la pizarra de Pezzolano la que se ha obturado? Hay algunas posiciones que son indiscutibles y, efectivamente, es lo que hay. Los laterales son el mejor ejemplo. A partir de ahí, el técnico se encuentra tácticamente en el atolladero. El equipo cortocircuita permanentemente porque la idea del juego nace de la inferioridad, de un corsé que le impide competir en igualdad contra la mayoría de los rivales. Entiendo que los tiros de la charla de Mazziotti con el míster irían por ahí, por el debate entre la realidad y el deseo, por la búsqueda de un nuevo camino que revitalice la moral y el fútbol de una plantilla, recostada en la aparente mediocridad del grupo. El deporte es un estado de ánimo y más allá de las églogas del preparador uruguayo en la sala de prensa, el Real Valladolid necesita hechos. Es imprescindible que Pezzolano salga de su bucle y abra su mente. ¿Realmente no se puede sacar mayor partido a Juric, Iván Sánchez, Amath, Kike o Meseguer? ¿Es productivo desperdiciar a Amallah como segunda punta cuando su cualidad fundamental es la facilidad para robar, construir y pisar el área rival desde la segunda oleada? ¿Es coherente que Cömert siga taponando una parte tan determinante en el juego como es la creación? ¿Es lícito plantear todos los partidos a que pasen pocas cosas en vez de pisar el césped con personalidad y determinación?

Imagino que Mazziotti no profundizaría sobre estas cuestiones porque son incómodas. Su verbo versaría sobre la psicología positiva. Me parece bien, pero la exigencia no debe enredarse en milongas de diván de tercera. Aquí priman los resultados. Y para conseguirlos, el mejor camino reside en jugar bien y correr más que el rival. En el caso del Real Valladolid, ni una cosa ni la otra. Y así, con la mente cerrada y el discurso instalado en la condescendencia del 'no damos para más', el Pucela sigue en caída libre sin que Pezzolano sepa sacar partido a lo mucho o poco que tiene en el vestuario. Para terminar en Segunda, prefiero jugármela y buscar algo más que seguir dándonos palmaditas de ánimo para ver si algún día suena la flauta.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad