Moro casi hace bueno el plan de Pezzolano
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La evolución táctica del técnico uruguayo se desvanece en el desenlace. Con cuatro centrales sobre el césped, el Athletic marcó con un remate de Guru tras una falta lateralSecciones
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La evolución táctica del técnico uruguayo se desvanece en el desenlace. Con cuatro centrales sobre el césped, el Athletic marcó con un remate de Guru tras una falta lateral1
Pezzolano revolucionó su planteamiento habitual. En la previa envolvió su discurso en una trama continuista, pero cuando se sentó frente a su pizarra decidió cambiar la inercia. No quedaba otra. Los últimos partidos avistaron un equipo sin ideas, con demasiados huecos entre las líneas, con ... poca imaginación y menos contundencia. Con este escenario, el técnico tampoco tenía alternativa. Por eso, agitó el tablero y metió hormigón en la pizarra y apostó por cinco defensas. El resultado enseñó un equipo más prieto, pero igual de inoperante en la evolución ofensiva del sistema.
En condiciones normales, no sería mala opción apostar por la firmeza como letra capitular del plan de partido. El problema reside en que al Real Valladolid le sirven de poco los empatitos. Mientras los rivales directos sumen victorias, un punto no es más que el efecto placebo de un equipo que sigue sin encontrar una versión equilibrada que le permita defender sin agonía y atacar con un mínimo criterio. Dos pases seguidos son una utopía.
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Muy bien todo. Bien el armazón defensivo y el estrechamiento del dibujo para impedir los espacios en la espalda de la defensa. Fuera de Zorrilla suena bien la cosa, pero en feudo propio, el Pucela necesita mucho más para no vivir instalado en la agonía. Si Torres, Javi Sánchez o Juma son los encargados de activar al resto, el desenlace no puede ser otro que la sinrazón. El Pucela no termina de aprender a jugar con las líneas cosidas en defensa y desabrochadas en ataque.
Al fútbol blanquivioleta le falta el metrónomo que marque la pauta, que eche el balón al suelo y diga, «vamos a jugar». Pezzolano se cargó a Amallah, al que desubicó en las últimas jornadas para situarle al lado del delantero centro. Son las cosas del técnico uruguayo. O no mueve ficha o se carga lo poco que funciona. ¿Qué pasaría si jugaran de inicio Juric, Amallah e Iván Sánchez? A lo mejor cambia la película. Quién sabe.
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Anuar volvió a convertirse en el comodín de Pezzolano. Acostumbrado a actuar en cualquiera de las dos bandas, ayer dibujó una posición mixta. El ceutí se pegó a Sylla en la evolución ofensiva del dibujo y se acostó en la medular cuando el Athletic se apoderó del cuero. Sin un rol claro, no tuvo su mejor tarde, aunque aportó su nervio habitual para acortar huecos y desplegó su potencia para buscar el desmelene. El preparador blanquivioleta tradujo la necesidad de puntos en una doble progresión de su planteamiento.
Con el empate a cero metió los cambios clave, con Iván Sánchez como candidato a tener más protagonismo y un pase mágico para el cabezazo ganador de Moro. Con ventaja, se dedicó a acumular centrales. Casualmente, con la retaguardia bien poblada, llegó el empate del Athletic, obra de Guruzeta, que se hizo fuerte entre los defensas con un remate acrobático que sorprendió a Hein. Un punto más o dos puntos menos.
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Moro ataca siempre con filo. Su fuerte es la gambeta, el regate eléctrico. Ahora por aquí, más tarde por allá. Me abro y la pongo con la izquierda. Me cierro y busco el remate con la diestra. Sus botas son el principio de todo. El fútbol ofensivo del Real Valladolid brota de su filigrana.
Este domingo cambió de superficie para seguir siendo determinante, esta vez con la testa. Iván Sánchez, que recuperó espacio en la libreta de Pezzolano, la puso con la derecha y el catalán se coló entre los centrales para hacer bueno el plan del técnico blanquivioleta. Casi lo consigue. Una pena que Guruzeta se inventara un remate imposible entre la maraña de centrales cuando el crono pulsaba el botón del off.
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Un punto ante el Athletic, en condiciones normales, sería un triunfo. El problema es que al Pucela no le vale el singular, necesita el plural. Y menos cuando sus rivales directos suman de tres en tres. Las Palmas continúa con su escalada tras el cambio de inquilino en el banquillo. Pezzolano por fin movió ficha. Su equipo se mostró igual de tosco, pero más compacto. El cuadro vasco apenas disparó a portería. Hasta ahí bien. El problema llega cuando las ideas pertenecen a un universo inalcanzable y vives de que Moro tenga su día.
El drama aparece cuando terminas el partido con cuatro centrales y te marcan el empate tras una falta lateral que Guru emboca rodeado de camisetas del Real Valladolid. Ahí se demuestra que, en un planteamiento defensivo, no resulta tan importante la cantidad como la calidad. Es justo lo que le falta al cuadro castellano, calidad para encarar los duelos con garantías. El empate, sobre el papel, no es mal resultado, pero cuando la necesidad aprieta, el punto se antoja escaso. La vida sigue igual o peor para el Real Valladolid. El míster debe seguir evolucionando su dibujo para exprimir las virtudes que tiene en su vestuario.
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