Mejoría insuficiente para coger el tren del ascenso

ué curioso. No hay nada mejor como poner a cada futbolista en su sitio. En las últimas jornadas, seis de ellas con sequía absoluta ante el marco rival, el Pucela entregó su potencial ofensivo al verbo de Pezzolano, que habló en la previa de 65 remates en los últimos partidos. Me lo creo si computan los despejes. El caso es que ayer, por fin, el técnico se atrevió a poner a Amath en la derecha. El senegalés lució por su banda natural hasta el punto de marcar el 0-1, un tanto que retrata la negligencia que supone emplear a los peones a contrapié. La misma jugada por la orilla zurda nunca habría terminado en gol, aunque es justo reconocer que el portero del Sporting también puso de su parte para contribuir al éxito blanquivioleta. Al margen de la diana, con Amath en el lugar correcto, el fútbol castellano ganó vuelo y profundidad para percutir con más coherencia.

Tárrega debutó con picadores en Leganés y salió por la puerta grande. Pezzolano no entendió la faena y le relegó contra el Albacete. La vuelta a la realidad del técnico ha significado el regreso al once del valenciano, que ayer salió airoso de la cruda batalla que libró ante Otero. El técnico uruguayo ya tiene la pareja de centrales que necesitaba. Boyomo sigue en su línea y Tárrega aporta, en este momento, mejores prestaciones que Torres. A pesar de su enorme envergadura, tiene piernas para llegar al corte, para cubrir las carencias del lateral y para medirse en carrera con el delantero que le toque en suerte. Ayer secó al ariete sportinguista, que terminó desquiciado ante la inquebrantable figura del defensa blanquivioleta. Solo tuvo medio lunar, el empate del cuadro asturiano, en el que dudó al conectar el despeje y se estorbó con Luis Pérez.

Admiro a los entrenadores que intervienen en los partidos sin atender al cronómetro. Está claro que Pezzolano vive en la orilla contraria. El uruguayo mira demasiado al reloj antes de abrir el libro y ponerse a interpretar lo que está ocurriendo en el encuentro. El Pucela se adelantó y el tanto de Amath encogió al Sporting. El resultado actuó de somnífero y escondió los movimientos tácticos que demandaba la batalla para rematar al Sporting. Es la diferencia entre vivir el momento (y tomar decisiones) o esperar a que tu oponente te obligue a destapar el cuaderno. Entonces, es la necesidad la que apremia y no la cohesión técnico-táctica. A pesar del 0-1, el Real Valladolid presentó dos carencias claras antes del intermedio. La primera residió en el enganche. Meseguer mostró su versión más hosca. El choque pedía a Ivi para atornillar las clavijas al contrario. No jugó. Atrás, la lógica pedía a Rosa en la derecha y a Escudero por Luis Pérez para ocupar el lateral zurdo. Pezzolano prolongó su idilio con el minuto 60, aunque esta vez esperó un poco más, imagino que empujado por el jugoso aroma del empate a uno, resultado que le invitó a reforzar el centro del campo para desnudar la zona de creación. Una declaración de intenciones.

sdf dsaf dsa fdsafSi el Real Valladolid hubiera cumplido con su obligación en partidos como el del pasado lunes, estaríamos hablando ahora de un puntazo en casa de un aspirante a todo como es el Sporting. Como los de Pezzolano se han abonado a la mediocridad, el empate solo será positivo si el Eibar no gana hoy. Si obtiene el triunfo, el ascenso directo se irá a dos partidos, seis puntos que comienzan a convertirse en un puerto de primera categoría. El Pucela mejoró sensiblemente con respecto a choques anteriores. Incluso marcó, pero no tuvo la pericia necesaria para transformar su dominio en más goles. El cuadro castellano terminó con dos delanteros (cinco minutos). Volvió André y Kenedy demostró que su sitio es la banda, no la vanguardia. Toca seguir remando para que el tren no continúe galopando mientras el conjunto blanquivoleta se queda con el molde en el andén.