La mejor racha en el momento oportuno

Al grano. El caso es que, si esa teoría funcionara, el Pucela estaría ya en Primera. Este sábado, al cuadro castellano le ayudó la expulsión (y qué expulsión) del Amorebieta antes del descanso. La roja regaló coherencia a la pizarra del preparador uruguayo. Solo en superioridad, el Pucela se atrevió a meter a Iván Sánchez por Anuar, al que el míster sigue exigiendo tareas en las que el canterano se desenvuelve muy atrancado. En cinco minutos, el Real Valladolid convirtió en gelatina un partido que tenía un poso demasiado áspero.

Partidos como el de ayer deberían hacer reflexionar a Pezzolano. Está claro que jugar con uno más representa un plus incontrolable. Es el escenario perfecto, pero no se da de forma habitual. Antes de la roja, el Pucela no se movió un milímetro de su carácter plomizo. Con Moro a contrapié y Anuar más cerca del núcleo que de la cal, el juego destiló el tranco de un percherón. La cartulina roja suele obligar a trocar los planes al equipo infractor. Rara vez el conjunto beneficiado mueve ficha.

El técnico blanquivioleta sorprendió por su diligencia. El cambio en el intermedio rompió la partida. En dos minutos llegó la sentencia. Disparo de Iván Sánchez, córner y gol de Escudero. Un suspiro después, el lateral repitió para abrochar la batalla tras otro saque de esquina. La clave ahora reside en que no haga falta una roja para cambiar el fango por la ambición.

Pezzolano ya ha entendido que es mejor jugar con un zurdo en el lateral izquierdo que hacerlo con un diestro desubicado. La coherencia táctica es indiscutible. Y si además ese futbolista, al que de repente usas como pivote, se incorpora en dos córners y te sentencia un partido complejo, creo que ya no habrá dudas. Mucho mejor la lógica que la excentricidad de ordeñar el sistema con piezas fuera de sitio. Es como si juegas al ajedrez sin torres. Un cabezazo y una volea refrendan el papel de Escudero, que inyectó cloroformo a un Amorebieta que tampoco inquietó en igualdad numérica. Los dos goles son una anécdota, porque el papel del vallisoletano tiene mayor incidencia en otras lides, pero hay que agradecer que a través de su eficacia llegó la tranquilidad para el Pucela.

La pelea entre dos equipos que llegaban al duelo en línea ascendente se definió en cinco minutos. El Pucela conectó dos ganchos determinantes que tumbaron al Amorebieta, que entró en el segundo acto con las canillas tiritando. Pezzolano encontró la solución antes del minuto 60. Por fin. De hecho, esta vez estuvo rápido y ágil. Y a través de su determinación llegó el triunfo. Después del 0-2, el técnico pensó en el siguiente envite. Lógico. Descanso para las piernas fatigadas y minutos para los futbolistas que buscan salir de la cueva. Como Marcos André, que marcó el tercero y recibe la mejor recompensa para convertirse, ahora sí, en el mejor fichaje del mercado invernal con seis jornadas para el desenlace. Ayer, el uruguayo puso a Negredo por delante. La diana del brasileño le recargará la VISA de la titularidad para el próximo choque. O no, quién sabe.

Tenemos el estómago en la boca de tanto tumbo. Por eso, cuando el Real Valladolid engancha tres triunfos consecutivos a seis capítulos del epílogo, es normal que nos olvidemos de las miserias y comencemos a creer. Mi concepto futbolístico habita en las antípodas de la propuesta de Pezzolano, pero llegados a este punto solo me importa el resultado. Y en este contexto, ascenderá el equipo más estable. Si nos olvidamos del fútbol, que ayer resultó menos amargo por la superioridad, los resultados ponen al Pucela en el centro de la autopista hacia el ascenso. ¿Será determinante la lógica del mejor calendario? Ojalá.