¿Licencia definitiva para soñar?

Tárrega es un futbolista diferente. Desde que se asomó al once ha demostrado que tiene talante y calidad para liderar la defensa del Real Valladolid. Punto positivo para Catoira, que ha firmado una operación sobresaliente. El valenciano se ha convertido en el pilar defensivo del Pucela. Jerarquía y solvencia a partes iguales. Esperemos que Pezzolano no le meta en la trituradora en la que están ahora Boyomo, Juric, Moro o André, por poner algunos ejemplos. En Cartagena, el central de Aldaya destacó en el corte y aplicó la dictadura de sus centímetros para sentenciar al conjunto local con un cabezazo impecable. Claramente, el MVP del partido. A su lado reapareció Javi Sánchez. El madrileño acusó la inactividad, pero suplió su falta de minutos con oficio. Oliveira, otra de las rarezas del once de Cartagena, cumplió por delante de la zaga. El brasileño aguantó aseado hasta que el pulmón se le deshizo. Le falta manejo con el balón en la bota, pero en choques como el de ayer, aporta equilibrio.

Los arietes viven del gol. Eso dicen los que analizan su trabajo desde la injusticia que a veces generan las rachas que gobiernan la realidad de los 'nueves'. A Benzema, cuando Cristiano Ronaldo estaba en su prime, le acusaban de no tener puntería. Gato con guantes no caza ratones. Sylla no marcó, pero aportó mucho más al equipo desde el esfuerzo, la continuidad y la brega. El primer gol llegó tras una apertura suya para que Biuk pudiera percutir y disparar como preámbulo del tanto de Meseguer. El senegalés se partió la cara con la defensa y aportó hilazón para buscar la segunda jugada. En su línea de empujar al equipo hacia el balcón del área propia, Pezzolano le suplió por Kenedy en el epílogo.

La pizarra de Pezzolano en Cartagena fabricó protagonismo para la calidad de Meseguer y Monchu. Con Oliveira por detrás, los dos lideraron la galopada de la segunda oleada. Así llegó el primer gol y de las botas de Monchu nació el segundo. Iván Sánchez aportó destellos y Biuk demostró que el Pucela no puede prescindir de su gambeta. Su sacrificio en defensa le generó cierta intermitencia en el desborde, pero en el 0-1 mostró el esplendor de sus virtudes. Regate eléctrico, salida rápida hacia su pierna buena y disparo tenso. El portero hizo el resto con una semicantada que facilitó el remate final de Meseguer.

Nos ha dado tantas bofetadas el Real Valladolid este curso que no tengo muchos argumentos para confiar en que esta vez sí, que ahora, por fin, estamos ante la versión definitiva del Pucela de Pezzolano. Por juego y solvencia, esquivando la timorata lectura del choque que hizo el técnico, tengo un pellizco en el corazón que me dice que sí, que vamos a por todas. El caso es que en cuanto pongo un pie en la nube, me vienen a la memoria los fiascos anteriores y me entra el canguelo. El mismo que tiene el míster cuando busca el encierro antes que la goleada. Ayer la película terminó con sonrisa porque el Cartagena, que tampoco es el Madrid, no embocó el 1-2. Menos mal, porque cuando el contrario aprieta y el planteamiento se encoge, las piernas del Pucela rilan. Como no me gusta vivir de los supuestos, la realidad es que el cuadro castellano levantó ayer un triunfo muy importante. Un éxito que debe redondear el punto y seguido del camino hacia el ascenso directo con una victoria contra el Eldense. Lo dijo Pezzolano, solo valen los tres puntos. Que siga la fiesta.