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1
Marcos André se quedó en casa por precaución. Pezzolano prefirió no arriesgar y tiró de fondo de armario, aunque su catálogo está tieso. Sylla no tiene nada que ver con el brasileño. Más bien vive en sus antípodas, practica un fútbol más hosco y rudo, ... pero igual de eficaz, al menos ayer. Es lo que cuenta. El hoyo en uno, mejor que el bogey. Ambos confluyen en el objetivo que junta los extremos de su estilo, la diferencia entre la mueca y la carcajada, el gol. El senegalés bregó más sin balón, se partió la espalda contra el pecho de los centrales y corrió en busca del espacio. Lo encontró tras una pared que arrancó en su frente, continuó sobre el guante de Monchu y concluyó con un remate medio algo mordido, cruzado, que abrió el marcador. No se le puede pedir más.
2
Pezzolano escribió la coletilla del 2.0 en el dibujo que pintó en su libreta. El 4-4-2, sin Kenedy, mutó en un 4-1-4-1, en el que Juric continuó cosiendo galones a su uniforme. El técnico conservó las piernas del brasileño y también las de Torres, que cedió su sitio a Gustavo Henrique. Boyomo mantuvo el estatus y Rosa desahogó a Escudero. El domingo veremos si el cambio del míster responde a una rotación para dar descanso a un futbolista que rozó el sobresaliente en la última jornada (Torres) o corresponde a una maniobra de oportunismo para rehabilitar a un hombre de su confianza. Si es lo segundo, tendrá que explicar los motivos.
3
A Gustavo Henrique le temblaron las canillas cuando Juric se dio la vuelta, le miró y le abroncó tras una descoordinación en la salida para dejar en fuera de juego a un contrario. El croata definió sus credenciales el día de su presentación. No se mordió la lengua y criticó la falta de contundencia de sus compañeros. Es justo lo que muestra en cada acción, una determinación propia de un futbolista que porta el brazalete sin llevar el bíceps aprisionado. La charla tensa con Henrique es una anécdota. El verdadero liderazgo de Juric se siente desde el vestíbulo. Corta, manda, construye, gobierna. Es el líder natural de un equipo blanquivioleta, que esculpe el carácter que le ha resucitado al golpe de corneta de su comandante.
4
El Real Valladolid calcó en el primer acto el típico partido de Segunda, fuera de casa, que debe dibujar un aspirante a vivir en el ático. Las líneas prietas, los riesgos contenidos, las florituras para otro día. Una ocasión, un gol. A dormir y que la calidad haga el resto. Un rondo. El balón siempre es la mejor defensa. No hace falta mucho más. La clave reside en no mostrar tus costuras y meter la tijera cuando el dibujo del rival se abra en canal. Así llegó el 0-1. El Eldense jugó donde quiso el Pucela que lo hiciera. Solo pisó suelo caliente cuando el cuadro castellano se deshilachó en el segundo acto y se abrió a un intercambio de golpes que no cinceló el empate de milagro.
5
El Pucela ha dejado de ser una figura de cristal de Bohemia para convertirse en una roca. Brilla poco pero no hay quien le mueva del sitio. Es como si el carácter de Juric hubiera impregnado el espíritu colectivo para transformar el tembleque en mano dura. Cuatro triunfos y cuatro porterías a cero. Al fútbol aún le falta destello, pero lo que importa es la victoria. Toda una hazaña si tenemos en cuenta la inseguridad que brota de la portería, donde John continúa fuera de sitio. Da igual. Seguirá al frente.
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