Pezzolano observa el cronómetro durante un entrenamiento del Real Valladolid en los Anexos. Alberto Mingueza
Partido de vuelta

Ni idea, mala idea

«Si Pezzolano fuera piloto, estaría abriendo el paracaídas, a cielo abierto, y tendría el finiquito en la mano nada más tocar tierra»

Juan Ángel Méndez

Valladolid

Jueves, 7 de septiembre 2023, 18:43

Si Pezzolano fuera piloto, estaría abriendo el paracaídas, a cielo abierto, y tendría el finiquito en la mano nada más tocar tierra. No me quiero imaginar la secuencia. Un vuelo da tumbos, la brújula sin agujas. El vasto océano bajo la panza de la nave. ... Los pasajeros, acongojados, preguntan al comandante en busca de consuelo y de una voz amiga que les diga que son turbulencias, que en un periquete recuperan la estabilidad. Pero no. El que está a los mandos, con crudeza y visiblemente abatido, contesta que no sabe cuándo podrá recuperar el control. De la velocidad de crucero y el aterrizaje aseado, ya ni le cuento. Le faltó añadir que tampoco conoce el camino. Así, sin anestesia. Y ya puestos, podría haber sido más sincero aún y haber bajado de la nube a todos. «Átense los machos que es lo que hay. Este año bastante tendremos con respirar y si salvamos el pellejo será un éxito. Dejen de llorar». Por ejemplo, no sé, por añadirle un poco de melodrama al asunto.

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El problema ya no es que el Real Valladolid practique la nada y se haya convertido en un equipo fantasma. Todos le intuyen, pero nadie sabe realmente dónde está. Lo más perturbador de la ecuación es que el entrenador tenga los bemoles de responder en una rueda de prensa, tras escenificar un nuevo esperpento, que no tiene «ni idea» del tiempo que tardará en encontrar una versión lógica de un candidato al ascenso. No es tema baladí. También lanzó un dardo a los despachos cuando dijo que esperaba a un futbolista más, además de Sylla. Si sabía que la plantilla estaba cerrada, mal por lanzar la piedra a la oficina que le abona la nómina. Y si no lo sabía, peor porque debería estar informado para no ensanchar el cortocircuito públicamente.

Si el responsable del embrollo no tiene ni idea, va a ser complicado que el avión escape del huracán. A la vista de la incompetencia reconocida, la cúpula tiene pocas salidas. La más coherente es buscar un patrón que realmente crea en la plantilla, tenga los conceptos de fútbol muy claros, conozca los rigores de la categoría y, sobre todo, que no necesite medio año (o más) para encontrar la tecla del 'on'. En Segunda, cada metro perdido es un kilómetro. El margen ya es estrecho. El Pucela ha consumido en cuatro jornadas un tercio del crédito con el que ascendió la última vez (9 derrotas). Y hay que recordar que el objetivo se consiguió en la última jornada, sufriendo, y con la ayuda del Alcorcón, descendido, que borró la sonrisa del Éibar con el telón al ras de las tablas.

En el fútbol moderno se agradece la sinceridad y la huida de los circunloquios vacíos, pero cuando la verdad destapa la cruda realidad, las consecuencias deben ser inmediatas para evitar la descomposición total. Hoy hay un halo de luz. Mañana, puedes vivir en tinieblas. Después de un tropiezo contra el Elche, la oscuridad absoluta. Si Pezzolano confiesa en público que no tiene ni idea de cuándo veremos al verdadero Real Valladolid (si es que lo llegamos a ver alguna vez este curso), cómo será su verbo sin micros en la barbilla. Si no se ve capacitado, lo mejor es poner pie a tierra. Y si cree que lo puede sacar, que revise su librillo y recupere la coherencia. Urge.

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