El Real Valladolid está a un suspiro de convertirse en el personaje estrella del show de José Mota. Es un procrastinador de libro. El eterno adolescente que vive más cerca de la 'chaise longue' que de la mesa de estudio. A Pezzolano solo le falta ... cambiar su clásico '¿sí?' por la coletilla que ha desgastado el humorista de tanto usarla. 'Hoy no, mañaaaaana'. Seguro que el técnico uruguayo tiene a su aberroncho de cabecera entre su amplia corte de asistentes para completar el reparto. Ya que el fútbol permanece en el sótano, encerrado en un agujero negro en forma de bucle infinito, al menos nos echaríamos unas carcajadas. 'Que no te digo que me lo mejores, iguálamelo'.
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Y así, de esta guisa, con los deberes siempre pendientes, el conjunto blanquivioleta sigue arrancando hojas al almanaque sin terminar la tarea. Está más cerca de repetir curso que del sobresaliente. Veo complicado hasta el notable que representaría la repesca. El Pucela se ha transformado en un estudiante perezoso, que siempre que se enfrenta al tocho se deja llevar por el zigzagueo de una mosca. Ya no rinde ni en Zorrilla, donde había conseguido recitar de memoria la lección que versa sobre la eficacia. El discurso de Pezzolano ayuda cero como resorte. Sus planteamientos está visto que tampoco avivan al personal. De hecho, creo que los futbolistas tienen un cacao táctico importante. Con tantas idas y vueltas resulta complicado afinar. Y lo malo es que el verbo ya no se sujeta. El técnico debería cambiar su argumentario y dejar las explicaciones vagas para otro foro. Es tiempo de acortar la demagogia y optar por la fórmula tradicional, la de mirarse a las caritas y levantarse del sofá. Juntitos, que diría Alberto Marcos.
La mediocridad del campeonato nos ha dado una oportunidad única. La partitura no es tan compleja. Solo hay que poner a los mejores y ubicarlos de forma correcta. Me quedo con una frase del maestro Yepes. «Con la defensa hecha, el juntar tres volantes, dos extremos y un 9, a lo mejor hasta nos vale». Es tan sencillo como eso. La columna vertebral está. Si Pezzolano entiende que en estas nueve semanas no tienen hueco sus excentricidades, a lo mejor es cierto que nos sirve.
El encuentro del domingo representa bastante más que tres puntos. La tabla está muy comprimida y un soplido te deja con la mueca torcida, sin tiempo para trocar el gesto. No hay margen de error. Con los gazapos que hemos padecido este curso es más que suficiente. Pienso en el partido de Cartagena y me imagino al Pucela en su versión más cabal. Con Boyomo y Tárrega indiscutibles en el cerrojo. Con Juric y Monchu en el eje. Con dos extremos, léase Moro y Biuk (llámeme loco), que desborden, lleguen a la línea de fondo y sirvan buenos balones para que Sylla ejecute. Sueño con un Pucela que destile precisión y buena velocidad en la circulación de balón. Con magia en la media punta, desmarques de ruptura y solidaridad en defensa para asfixiar las ideas del contrario. Con verticalidad y amplitud para desabrochar costuras y atacar con filo. Lo sé, me estoy viniendo arriba, pero es que no queda otra. Todo lo que sea salirse de este plan, que ve hasta mi hijo de tres años, será seguir siendo el eterno mantenido. Querido Pezzolano, la hora de la verdad ha llegado. Pero la hora es ya. Es hoy, no mañaaaaaana.
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