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Si la sociedad está polarizada, el fútbol juega en otra liga. De hecho, puede que la división nazca, incluso, de esa contraposición de colores que se estila con tanto ardor en el balompié patrio. Asumo que la objetividad es una batalla perdida, pero no estaría ... de más un poco de coherencia. Se me eriza el vello cuando veo a Laporta delante de una cámara, en su despacho, con verbo y ademanes de líder populista, pidiendo la repetición del clásico si consigue demostrar que el remate de Yamal cruzó la línea de gol. Lo de los 18 años pagando al número dos de los árbitros, para lo que fuera y tal, mejor lo omitimos. Así, sin anestesia. En el otro bando, resulta insultante la campaña audiovisual del Real Madrid contra los árbitros. Así estamos. Y lo peor es que en el medio del barro aparecen los hinchas adoctrinados que recitan la propaganda como el padrenuestro y convierten al deporte rey en una metralleta aniquiladora del pensamiento opositor. Cualquier desazón es óptima para inventar teorías conspirativas como trampantojo de sonoros fracasos.
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Si un colegiado (de césped o de VAR) se equivoca, mejor que sea a favor que en contra. No seré yo quien diga lo contrario. El Real Valladolid conoce bien la incidencia que tienen los groseros errores arbitrales en contra. Lo sufrió antes de firmar su último descenso. Este año, la película es diferente. 'Es lo que tiene ser el Madrid de Segunda', presumen con orgullo algunos hinchas que ayer lloraban por lo contrario. En los dos últimos partidos, el Pucela ha recibido un empujoncito, silbato y VAR mediante, para atornillar sus triunfos frente al Eldense y el Amorebieta. No he escuchado a nadie apoyar el relato de estas dos victorias sobre estos gazapillos. Pasamos de puntillas. Es lo que hay. Si se hubiera dado la situación inversa, estaríamos hablando de manos negras que no quieren que el conjunto blanquivioleta ascienda, de manifestaciones y pañoladas. 'No nos respetan', sería el mantra antes de disparar contra Ronaldo por no conseguir ese respeto. Y así, hasta que la moneda se vuelva a dar la vuelta. Si seguimos esa regla de tres, ¿podemos decir ahora que por fin Ronaldo ha conseguido que respeten al Pucela o que hay un interés general para que el club consiga el objetivo? Seguro que no. Son dos supuestos irreales.
El fútbol es un bucle que a veces resulta insoportable. No pido realismo, porque la pasión es la antítesis de la razón, pero un poco de lógica no estaría mal para escapar del drama permanente. Así, evitaríamos que el doble rasero se convierta en el eje del storytelling. Ira y complot adverso cuando el trencilla yerra. Silencio interesado y sonrisa contenida cuando la errata nos favorece.
El nivel arbitral no da para más y hay que estar preparados para no depender de la incompetencia o la pericia de un tercero, en este caso el colegiado. Es mucho más seguro ascender a través de la dictadura del buen fútbol y los resultados positivos. Lo primero va en proceso. Lo segundo vuela con paso firme. Es el momento y el Pucela no debe pisar otra cosa que no sea la cresta de esta ola que le puede devolver a Primera. Está más cerca que nunca.
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