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1
El mal de las jugadas a balón parado. La primera en la frente. El Real Valladolid se abrió en canal en cuatro minutos. La vida sigue igual. La retaguardia es un flan, un espacio abierto en el que cualquier envío representa una ocasión. Al Burgos ... no le hizo falta más que estar ahí, ocupar el espacio y marcar. Un ejercicio demasiado sencillo para enterrar la buena voluntad de un equipo que vuelve de vacaciones como se fue, con las ideas comprimidas, el dibujo espeso, la retaguardia cogida con alfileres y la vanguardia como una escopeta con el corcho puesto. El Burgos marcó antes de lo previsto. El 1-0 es el vivo retrato de un equipo en plena cuesta abajo, que vive con tiritona en las jugadas a balón parado y es incapaz de rematar entre los tres palos con un mínimo de decoro.
2
Pezzolano mueve sus fichas como puede. Con Moro fuera de cobertura, volvió a confiar el perfil zurdo a Anuar. El canterano es a la banda lo que Masip a la posición de 'nueve'. Entiendo que no hay más, pero no es la solución. Catoira tiene mucho corte. Por mucho que se retuerza el relato, el técnico uruguayo no puede estar conforme con su plantilla. Y si se mantiene en ese perfil de tragar con las órdenes, es cómplice de todas las carencias que destila su vestuario. Al Pucela le falta un poco de todo y esa escasez se palpa sobre el césped, donde el cuadro castellano aparece como un torero fuera de sitio, incapaz, incluso, de meter el pico de la muleta para disimular su canguelo.
3
Nos hemos acostumbrado al uy y nos quedamos fuera del mínimo que necesita un equipo para buscar algo más que el disimulo. El Real Valladolid dibuja un encefalograma plano muy preocupante. El arquero del Burgos vivió en la paz. Balones de ida y vuelta que apenas le inquietaron. Es la radiografía del equipo blanquiviolta, que defiende como una gelatina y ataca como un autómata que se muere cuando asoma el hocico al balcón del área rival. Es un acordeón con el fuelle partido. Sin imaginación en la mediapunta, con las bandas cambiadas de pie y el ariete como un islote, muere desde la pizarra. Tiene menos empuje que una espada de goma. La pena es que estamos llegando a febrero.
4
Juric es el coche escoba, el futbolista que otorga equilibrio, el ancla. Puedes pedirle omnipresencia y muchas veces te lo da. Cuando tu metrónomo es el que más remata, no hay mucho debate. Juric está para destruir y poner la primera piedra. Si, finalmente, se convierte en la daga, la radiografía canta. El Pucela no da para mucho más. Pezzolano confía cero en la trastienda y sus cartas no dan ni para jugar a chica. Con Moro fuera, el vuelo desaparece. La táctica del oponente resulta sencilla. Con tapar a Monchu y las bandas a contrapié es suficiente. El Pucela no tiene argumentos, ni dentro ni fuera del césped, para seguir amarrado a la zona noble.
5
No creo que le hagan falta más pruebas a Domingo Catoira y su jefe espiritual o filosófico. Si necesita algo más después de la derrota de ayer ante el Burgos, entonces deberían dimitir los dos. El Pucela está en la UCI. Vive de las rentas, pero cuatro derrotas en los cinco últimos partidos son algo más que una crisis. La ventolera de los primeros compases es otra historia. Ahora estamos ya en el año nuevo, en pleno mercado y con el equipo cogido con alfileres. El ascenso es el único camino. Para llegar ahí no basta con lo que hay. El Real Valladolid necesita una revolución imprescindible que su director deportivo ha negado. No escatimen porque el tiempo apremia.
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