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Si el Real Valladolid fuera uno de los vascos del chiste, yo no tendría muy claro si va a setas o a Rolex. De palabra, parece que el objetivo es el ascenso directo. Por presupuesto y estatus, no debería haber duda. Ahora bien, si interpretamos ... el desenlace de las dos ventanas del mercado de fichajes, la equis de la ecuación se aproxima más al premio de consolación (y gracias) que al gordo. Me explico. El Pucela es quinto. Tiene dos puntos menos que el segundo y tres más que el noveno. Un soplido te saca de la promoción y una bocanada de aire fresco te manda al cielo de la tabla. Hasta ahí, el rendimiento deportivo, que no el fútbol ni las sensaciones, mantiene al cuadro castellano en una posición aseada para afrontar el reto al que apunta su verbo. Lo que no le deja en buen lugar es abrochar su plantilla en el mercado de invierno con un delantero en plena tiniebla, Sylla; la vuelta de Marcos André, convertido en Messi (acto de fe); o el posible fichaje de Álvaro Negredo, delantero con solera y 38 primaveras, que lleva prácticamente un año en blanco.
Estos son los movimientos que me invitan a pensar que el Real Valladolid duda entre seguir a setas o agarrar el Rolex que asoma por el terruño. La competición destila irregularidad y mediocridad. Solo manda el Leganés y de aquella manera. El Pucela de Mendilibar tendría ya las botas en Primera, por ejemplo. Con este nivel, Pacheta estaría a dos minutos de abrazar al Conde Ansúrez y volar por los aires manteado por la hinchada blanquivioleta. El equipo de Pezzolano, sin embargo, va ahí con el gancho, sin saber realmente si prefiere ir con todo a por la cima o se conforma con seguir clavado en el sillín, a ritmo. Que sea lo que Dios quiera, pero que no nos tumbe una pájara definitiva. Y al final, si suena la flauta, pues a por ello. Dos victorias por aquí, cuatro derrotas por allá, un empate poco ambicioso en la casa del líder… Y así en bucle.
Un amigo de mi padre destrozaba a los panenkitas con un razonamiento tan rudo y básico que nos sirve para intentar descifrar el camino del Real Valladolid en el presente curso. El paisano decía que el fútbol es tan básico como tener un buen portero y un delantero que meta goles. El resto son acompañamientos. En el Pucela, lo primero se cumple a medias y lo segundo, claramente, es una quimera. Ni hay delantero goleador, ni Pezzolano tiene un catálogo generoso que le permita jugar con las rachas del ariete. Un aspirante al ascenso necesita dinamita y variedad, contundencia en el corto plazo. No puede depender de que Sylla pille una ola infinita, de que André meta dos goles cada día cuando vuelva o de que Negredo culmine el final de su carrera con una matrícula de honor que lleve al Pucela a Primera. Son todo conjeturas y a estas alturas del curso, lo que vale es pisar a fondo y buscar la zona noble con vigor. Catoira ha tenido un mes más para ampliar el álbum y no lo ha conseguido. Iba a setas, pero un Rolex le despistó por el camino.
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