Los jugadores del Valladolid hacen piña con Moro tras el gol. Carlos Gil-Roig

Gambetas largas

Diez minutos de cafeína y ochenta de cloroformo

El Pucela no se mueve de su versión más eficaz y mete la quinta marcha hacia el ascenso directo. El equipo de Pezzolano vuelve a exhibir una versión implacable

Sábado, 4 de mayo 2024, 17:56

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Moro sin contrapié es más Moro y determinante

A Pezzolano le ha costado verlo, pero los hechos le han operado la miopía y ya no atisba a Moro en otro espacio que no sea la banda derecha. Por fin concluyeron los experimentos. El gol de ayer nunca habría llegado a contrapié. El centrocampista ... blanquivioleta encontró el filo entre la legalidad y el fuera de juego para ceñir un buen caño en el mano a mano, con la diestra, la carrera natural y la definición inmaculada. En dos minutos, el partido echó la cremallera y se zambulló en cloroformo. El técnico uruguayo mantuvo a Anuar en el costado zurdo y hormigonó la sala de máquinas con De la Hoz. La fortuna del primer golpe permitió al Pucela construir un plan de partido más pausado, menos punzante pero más estable. Es lo que cuenta. A cuatro partidos del final, me apunto al gol antes del minuto 10 y a la siesta hasta el noventa. Así, hasta despertar en el balcón de la Plaza Mayor.

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La solidez atrás como piedra angular del plan de partido

El Pucela es una máquina de matar. En los últimos partidos se ha convertido en un puñal implacable. Ya no le hace falta ni madurar la batalla. Engancha un croché nada más pisar el ring y manda a dormir a su adversario. Fin de la pelea. Hasta el mercado de invierno, el entramado defensivo del cuadro castellano se acercaba más a un colador que a una tupida tela de araña. La llegada de Tárrega y el crecimiento de Boyomo han transformado al conjunto blanquivioleta en un dique. Desde el achique de la retaguardia nace la solidez del resto. Oliveira representa el centro de la balanza para aportar el equilibrio que deshilacha al adversario y comprime el dibujo del Real Valladolid, hasta fabricar la perfecta metamorfosis entre lo que fue un cabo raso y el general con mando en plaza que luce galones con el gesto firme y recio.

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Boyomo se convierte en la secante perfecta

Pezzolano amagó con relegarle al ostracismo cuando dio la alternativa a Javi Sánchez, que se asomó al once con más minutos de enfermería que de césped. El madrileño cumplió cuando hizo tándem con Tárrega. Sus inoportunas molestias han devuelto la confianza a Boyomo, que ayer cinceló la tormenta perfecta. El camerunés escenificó en Anduva la secante inapelable. Siempre tenso en la marca, dejó sin aire al Mirandés, que no encontró el pase extra para abrir su dibujo y conseguir la amplitud de la segunda jugada. Boyomo siempre encontró el corte. A su lado, Tárrega sigue adquiriendo hechuras de central de Primera División. En los costados de la retaguardia, Luis Pérez mejora y Escudero, hasta donde le llega el físico, es el pegamento ideal para que el oficio haga migas con la contundente juventud de los centrales.

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Canguelo en superioridad hasta el último segundo

El Real Valladolid de Pezzolano parece otro. Solo lo reconozco porque no hay un partido tranquilo. Da igual que la ventaja llegue acompasada con el primer silbido del colegiado. El caso es sufrir. El cuadro castellano supo marcar y mantener el cuerpo tenso para aguantar el pulso. El partido viajó de la cafeína a la anestesia. El Mirandés se rindió tras la roja en el minuto 71, pero como el Pucela siempre es el Pucela, los mayores agobios llegaron al final, en superioridad. Masip apretó el guante y las ocasiones del equipo burgalés se quedaron en el uy, pero a este ritmo nos vamos a dejar algún corazón por el camino.

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Es tiempo para que la eficacia se imponga al brillo

¿Dónde hay que firmar? El Pucela sigue inmaculado. Y lo celebro. No estamos para tonterías. Lo que prima es ganar. Cinco de cinco, la quinta marcha, trazas de equipo grande. Por fin. Quedan cuatro partidos y no me interesa el fútbol. De hecho, me gustaría que las retransmisiones tuvieran esa función del FIFA que acelera los choques hasta el resultado final. Gloria bendita. Cuando estemos en Primera ya hablaremos del juego y los caminos para llegar al objetivo, pero hasta entonces, Pezzolano ha encontrado un once solvente, al que los resultados ayudan a competir con más gallardía, sin complejos. Estoy seguro de que habrá una versión más aseada para que los partidos no se conviertan en pedruscos, pero a cuatro citas para el desenlace prefiero despertarme de la siesta con tres puntos más. Cuestión de prioridades. El choque ante el Espanyol adquiere tintes de gran final.

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