Aficionados blanquivioletas en la grada del Rodríguez López. Juan García Cruz
Gambetas largas

Despedida de solteros contra casados sin alicientes

El Pucela, más pendiente de las vacaciones que del título, despide el curso con una derrota intrascendente en Tenerife. Los deberes estaban hechos desde la semana pasada

Domingo, 2 de junio 2024, 21:30

1

Una nueva posición para desubicar a Sylla

Pezzolano regaló a Sylla una nueva demarcación en la despedida del curso. El senegalés ocupó esta vez la banda derecha. En la diestra, como en la siniestra, estuvo más desubicado que el míster en la última cena rodeado de los haters que le piden la ... dimisión cada semana. Ayer, por cierto, el cántico llegó antes del minuto 2. Los aproximadamente cien hinchas que viajaron a Tenerife, eso es afición, no tuvieron paciencia y prefirieron dejar clara su postura antes de que el resultado final y el hipotético título dejara en fuera de juego su arisco veredicto. Volviendo a Sylla, el ariete se desgastó en la banda sin opciones ni nociones para ocupar el sitio preciso en ningún momento del encuentro. Estuvo más cómodo cuando el cambio de Negredo le devolvió al centro de la vanguardia. No marcó, porque embocó el defensa, pero estuvo ahí, en su ecosistema habitual. El técnico uruguayo prefirió descolocar a Sylla antes que meter a Anuar, uno de sus fijos en las jornadas decisivas. El canterano, de hecho, no consumió un solo minuto. Raro.

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2

Sin riesgos para evitar la renovación automática de Biuk

Biuk no pisó el césped. Su contrato refleja un listón de minutos para obligar al Pucela a adquirirle en propiedad y Pezzolano prefirió evitar riesgos. El conjunto castellano está interesado en el extremo, pero no al precio que marca su actual contrato. Esta variable hizo que el técnico no tuviera en cuenta al croata ni siquiera para dar descanso a Moro, el más incisivo del equipo, o para recomponer su dibujo tras la lesión de Meseguer. A Juric tampoco le dio mucha bola. Situó a De la Hoz por delante del espigado mediocampista. El principal damnificado de la pachanga de ayer fue Masip, que encajó dos dianas y se quedó sin el trofeo Zamora. Para el colectivo, lo importante es el ascenso, pero, del mismo modo que los delanteros viven del gol, los porteros se alimentan de porterías a cero.

3

Dimisión irrevocable desde la mitad del primer tiempo

Al Real Valladolid le duró la ambición media hora. El equipo castellano salió punzante, con cierto ritmo, con Moro bien afilado y Monchu como catalizador. Un trampantojo. El Pucela jugó al trantrán, con el metrónomo acomodado a la pauta de un partido de solteros contra casados sin más alicientes que el trofeo de campeón de Liga, un botín secundario para un Pucela que llegaba con los deberes hechos y el éxito del ascenso todavía dando vueltas por el tardeo vallisoletano. De tanto 'Pezzolano dimisión', el que pidió la cuenta antes de hora fue el propio conjunto castellano, que arrancó una caída libre antes del descanso de la que ya no supo escapar. El empate representó un espejismo. La solidez defensiva, en un choque sin tensión ni objetivos, se llenó de boquetes y en un desajuste, Ángel anotó el tanto del triunfo chicharrero.

4

Negredo, tocado antes del descanso, aguanta hasta el 60

Negredo hizo un mal gesto al filo del descanso. Pezzolano le aguantó en el terreno de juego hasta el minuto 60. El madrileño se movió con dificultad, pero el técnico, fiel a sus principios, no le retiró del césped hasta la hora de juego. Su salida permitió a Sylla volver a su sitio, aunque al Pucela le importó poco, porque el fútbol continuó su recorrido hacia las merecidas vacaciones. Sin presión, ni botín en juego, cualquier duelo se convierte en un amago. El Real Valladolid jugó a encontrar el camino rápido hacia los tres puntos y cuando la carretera se le empinó ligeramente, decidió poner pie a tierra y esperar al minuto 90 para despedir un curso inmejorable en lo que hace referencia a los resultados y muy controvertido en todo lo relativo al espectáculo y al buen rollo entre la grada y el entrenador.

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5

Una nueva vida, un nuevo escudo, un nuevo estatus. ¿Llegará la paz?

Superado el trámite de Tenerife, el Real Valladolid inicia una nueva vida. Vuelve a Primera un año después de certificar su fracaso en la máxima categoría. Este éxito no tiene mucho que ver con el que consiguió Pacheta. Entonces, el club era una balsa de aceite. Con los típicos rigores de una entidad que echa el resto para acomodarse en la zona noble, pero sin sobresaltos. Ahora todo es diferente. El Pucela es un polvorín. Con Pezzolano agarrado a la manguera de gasolina, hasta que sus jefes le dieron un pescozón esta semana y le bajaron los humos, y Ronaldo decidiendo si vende o sigue al frente, al cuadro castellano se le abre un nuevo e incierto futuro por delante.

Es el ascenso más extraño que se recuerda, aunque lo importante es precisamente eso, que el conjunto blanquivioleta ha dado portazo al sótano de Segunda para escalar al ático donde habitan los grandes. Nuevo estatus, nueva vida y vuelta al escudo de siempre, un regreso al pasado que sirve para desinfectar una herida profundamente enquistada entre la afición y el club. Termina una temporada abrupta, en la que el conjunto albivioleta ha conseguido restañar con eficacia su enorme dificultad para practicar un fútbol vistoso. A estas alturas, lo de menos es el show. De Segunda hay que salir con el florete o con el machete, pero lo importante es escapar. Y el Pucela lo ha conseguido a pesar del ruido, de la guerra abierta entre el técnico y la grada, de los vaivenes y de todas las zancadillas. Ahora, solo pido un poco de coherencia para que el regreso a Primera no vuelva a ser efímero.

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