Iván Sánchez pone un centro al área, ya en las postrimerías del partido. Carlos Gil-Roig

Gambetas largas

De la derrota corta y el partido largo a la goleada

El Real Valladolid salió al Bernabéu a dejar pasar los minutos y cuando se quiso dar cuenta tenía el partido perdido. Desaprovechó la versión más áspera del Madrid, lento y sin ideas

Domingo, 25 de agosto 2024, 21:35

1

Un once extraño, con la vista puesta en el Leganés

En la pizarra de Pezzolano, arriba, en el encabezado, ponía Leganés en vez de Real Madrid. Al técnico se le notó que piensa más en el partido del miércoles y planteó el choque con un once plagado de futbolistas poco habituales. El caso más escandaloso ... fue el de Machís, que deambuló por el Bernabéu como un zombi. Se borró del escaparate. Estropeó cada balón que tocó y en defensa derrapó con estrépito. Iván Sánchez mejoró como mediapunta en los minutos de la basura y a Meseguer le pasó factura la hosca versión del Pucela en el primer acto. Apenas apareció. André se peleó más con el colegiado que con los rivales y terminó desquiciado. Juric fue el único de los 'nuevos' que rindió a un nivel aceptable. Con estos mimbres y el timorato plan de Pezzolano, la derrota era cuestión de tiempo.

Publicidad

2

El partido largo de Pezzolano se quedó en 50 minutos

El técnico uruguayo se mostró satisfecho tras el 3-0. «Buscamos hacer un partido largo», explicó. 50 minutos duró en pie la trinchera. El búnker voló por los aires cuando la barrera se abrió en canal y facilitó el gol de Valverde. Cuando el técnico uruguayo habla de un partido largo, en realidad la estrategia pasa por dejar correr los minutos, tratar de desquiciar al rival, cambiar el fútbol por el balonmano y construir una defensa 10-0 sin más aliciente que destruir, pegar el pelotazo y que Marcos André se las apañe, si es capaz de bajar el melón, contra seis rivales. Es lo que hizo el Real Valladolid en el primer tiempo. Pezzolano lo puede disfrazar como quiera y el forofo puede sentirse bien por aguantar el cero en el Bernabéu con 10 jugadores en la frontal del área, pero si tu idea no tiene cara B, un plan para robar y tratar de hacer daño, la obra desemboca en el teclado de García Márquez, crónica de una muerte anunciada.

3

Juric y diez más, al banquillo como premio

Juric volvió al once y fue lo más potable del Real Valladolid hasta que Pezzolano decidió devolverle al banquillo. El croata aplastó a Güller y aportó equilibrio en el ultradefensivo planteamiento del preparador blanquivioleta. Cuando marcó el Madrid, Juric mantuvo el pulso y sus acciones brillaron más porque encontraron continuidad con Moro o Amallah. Dejó su sitio a Mario Martín. El canterano merengue apuntó maneras. Bien en el corte y preciso en el pase, con calidad. Los minutos pueden convertirle en el todocampista que necesita el sistema de Pezzolano para que el balón no se atasque.

4

Hein consolida sus prestaciones a pesar de la goleada

El Real Valladolid tiene portero. Ahora hay otra cosa bajo palos, un arquero sólido, valiente, con reflejos y autoridad. Con buen manejo del balón con los pies y personalidad para no achicarse por mucho que enfrente estén Mbappé, Vinicius o Rodrygo. Hein recogió tres balones de su red, pero fue el mejor futbolista del conjunto blanquivioleta. El estonio estuvo fino en corto y en largo, con paradas de mucho mérito que evitaron una goleada mayor. Tanto ante el Espanyol como ayer, amagó dos veces con estar lesionado. Espero que sea una parte más de su estrategia porque el Pucela, por fin, ha encontrado el perfecto guardián de su frontera.

Publicidad

5

De la cámara lenta al forward con el partido perdido

Ganar en el Bernabéu, para un equipo como el Real Valladolid, representa algo así como ir el miércoles a la administración de lotería para verificar el boleto de Euromillones y que el tendero te diga que has ganado el gordo. Para sorprender al Real Madrid tienes que encontrar tu mejor versión y hallar su peor glosa. Ocurrió en la primera entrega. El equipo de Ancelotti se enredó en la maraña blanquivioleta con un fútbol trotón, sin capacidad de desborde y plano en todas sus aristas. Ay, Kroos. El cuadro castellano optó por encerrarse para destruir sin pensar en la segunda jugada, sin buscar ensanchar el runrún del Bernabéu, que ofreció amagos de arrancar la música de viento. Era el momento, pero los de Pezzolano prefirieron la cámara lenta, un juego combinativo sin mordiente y con el riesgo de tocar para nada en el balcón del área de Hein. Cuando quisieron pulsar el forward el Madrid ya surfeaba con inercia hacia la goleada que destapó a Brahim y descubrió a Endrick. Esperemos que el Pucela haga buena la derrota el miércoles ante el Leganés.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad