Chatbot en la tiniebla en el Real Valladolid
«Si el club quiere reconquistar a la afición, humillada y vejada hasta la extenuación esta temporada, lo primero que tiene que hacer es articular un plan de comunicación real, no ficticio»
Luis García ha vuelto a poner el dedo en la tecla. Epístola al canto. Apela a la paciencia y la comprensión de los abonados. ¿Más? ... Lo de ponerse delante de los medios de comunicación y dar la cara de verdad, por lo que sea, no lo estiman oportuno. El fan blanquivioleta está hasta el gorro de los mails y el postureo. Vive en una desesperación similar a la del usuario que llama al departamento de atención al cliente, ponga usted el nombre de la compañía de turno, para hablar con alguien que le pueda ayudar, humano a poder ser, y se topa con un chatbot, sin alma ni capacidad para establecer un diálogo coherente. Un circunloquio encorsetado, en el que uno intenta descifrar la ecuación con preguntas sin respuesta y la máquina se limita a vomitar las frases hechas que alguien le ha programado previamente para entretener al cliente.
En un club con un mínimo de rigor, Ronaldo habría contado la historia en primera persona. En el Real Valladolid no. La comunicación de la venta, un tema capital para la propia entidad castellana, para la masa social y para la ciudad, se ha quedado en dos comunicados vacíos de contenido relevante, más allá del titular. Es el fiel reflejo del ADN que han imprimido el presidente y sus subalternos a la institución desde que la descomposición arrancó ese viaje sin retorno que ha desembocado en la peor temporada de la historia de LaLiga.
Los futbolistas se enteraron de la operación en el autobús cuando llegaban a Madrid para perpetrar, al día siguiente, el último partido del curso. Es el modus operandi. El ocultismo, la falta de transparencia, la activación de mecanismos que son meras pantallas, trampantojos de la realidad que únicamente sirven para escribir un relato que vive en las antípodas de la certeza. No quiero ni pensar en la inquietud de los empleados rasos, que son muchos. Si los que están en primera fila, los jugadores, llegan a la información de aquella manera, casi con nocturnidad y alevosía (que diría el mítico José María García), el resto sabrá lo mismo que la masa social. Nada.
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Llámeme loco, pero en una situación como la actual, lo que me imagino es a un presidente, valiente y sincero, que se reúne a todos sus empleados, les mira a la cara y les cuenta de qué va la película. Aquí no. En el Pucela todo va por carta o comunicado. O directamente sin información. Modo chatbot, pero clandestino, opaco. Claro que hay que tener paciencia para conocer los detalles, el plan que ha dibujado la nueva propiedad y lo que nos quieran vender. Habrá aspectos que se pueden contar y otros que son reservados. Lógico. Pero de ahí a actuar como lo está haciendo Ronaldo, y por extensión la zona noble del club, media un abismo. Si el Real Valladolid quiere reconquistar a la afición, humillada y vejada hasta la extenuación esta temporada, lo primero que tiene que hacer es articular un plan de comunicación real, no ficticio, que sirva para que el hincha vuelva a confiar, que conozca de primera mano, y de viva voz, las virtudes de los propietarios que desembarcarán en la entidad castellana en los próximos días, los motivos de la venta y las disculpas sinceras por el último ejercicio. Es clave que el abonado vea futuro para que se olvide del pasado. Si prosigue el oscurantismo, va a ser imposible que las butacas de Zorrilla vuelvan a latir en multitud. Y con razón.
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