El cero en la puerta propia como mal menor
Opinión ·
El Real Valladolid mejora su versión en el segundo tiempo y consigue un meritorio empate ante una discreta Real Sociedad; Hein fue el mejor de los localesSecciones
Servicios
Destacamos
Opinión ·
El Real Valladolid mejora su versión en el segundo tiempo y consigue un meritorio empate ante una discreta Real Sociedad; Hein fue el mejor de los locales1
Amath, Kike Pérez y Chuki pagaron la vajilla del último esperpento blanquivioleta en Balaídos. Pezzolano tampoco tiene mucho más para fabricar una revolución que devuelva la chispa a su dibujo, pero señaló a tres de los desaparecidos en combate en Vigo. Hubo más. Lo que ... no tiene el míster son piezas. Más tablero que peones. Solo Moro marcó la diferencia, como siempre. Machis y Meseguer se quedaron en la tiniebla. También vivió en la penumbra el resto del equipo, que sigue gripado.
En Zorrilla, eso sí, la vergüenza torera de actuar ante tu hinchada hace que al menos haya un poco de picante y que la línea del centro del campo no se convierta en un enjambre de rascacielos. A pesar de la mejor puesta en escena, la esencia permaneció intacta. Sin disparos reseñables a portería, a pesar de los acercamientos del primer acto y el arranque del segundo. Tras el descanso, con la entrada de Kike por Amallah, tocado, Moro firmó dos 'uys'. Bien en el desmarque, muy discreto en la definición.
2
Moro es el filamento de la bombilla blanquivioleta y el interruptor que genera la corriente. Él solo completa el ciclo. Pulsa el botón y enciende la luminaria. Si aparece, todo cambia. Si el balón se aleja de sus botas, la tiniebla se hace fuerte. A contrapié su gambeta luce hacia el interior. Cuando quiebra hacia el exterior, la zurda pincha en hueso y Latasa lo padece. Ante la Real estuvo mejor en el prólogo que en el epílogo. La morodependencia es un peligro. Las opciones ofensivas se acotan a un costado y el contrario lo tiene fácil para provocar el cortocircuito. El problema arranca en el centro del campo, sin presencia para que el fútbol ponga ahí la primera piedra y no lo haga en el empeine de un central. Cuando el conjunto castellano encontró cierta ligazón aparecieron la profundidad y los espasmos ofensivos. Pezzolano le sentó en el 77 para meter a Sylla y jugar con dos puntas.
3
La planificación deportiva del Real Valladolid hace aguas por el centro de la zaga. Los laterales de momento aguantan. Crucemos los dedos. Con Javi Sánchez lesionado, ayer también cayó Cenk. Duró once minutos. Su último acto de servicio sirvió para salvar un gol cantado. Eso sí, no habría subido al marcador por mano previa de Kubo. De haberlo pitado antes, el Pucela tendría un central más. Más allá del contratiempo, la angustia aparece cuando echas un vistazo al banquillo y ves más cemento que flores.
Pezzolano se encomendó a Juma como solución improvisada. El canterano abrochó su debut acalambrado. Cumplió. Torres y Comert mantuvieron el tipo para terminar el duelo con el cero en arco propio y la Real enquistada con un ataque demasiado enfrascado en la magia de Kubo entre líneas. El japonés es en el equipo donostiarra el espejo de lo que representa Moro en el cuadro pucelano.
4
Si metemos a Latasa en una piscina y le ponemos un gorro con orejeras sería claramente el jugador boya. El madrileño aportó más en la brega que en el remate. Desgasta tanta energía cuando choca con los centrales en la zona de tres cuartos que cuando llega al área lo hace sin oxígeno. Ayer tuvo media. Su labor fundamental residió en dotar de continuidad al equipo. O, al menos, intentarlo. Balón al aire, potencia en el salto, codo abierto y, si suena la flauta, cuero al verde y apertura a la banda. Lo consiguió un par de veces. El resto del tiempo lo empleó en la brega. Solo conectó un cabezazo, su fuerte, pero el remate se marchó por encima del larguero. Pezzolano debería evolucionar ligeramente su dibujo para que el ariete pierda goma y gane acero. El camino pasa por recuperar la verticalidad por ambos perfiles, que continúan anclados en el pie cambiado.
5
En el Real Valladolid hay dos universos que vagan en sentido contrario. Cuando actúa lejos de Zorrilla, el equipo aparece timorato, plano y tiene serias dificultades para pisar el campo contrario. Cuando la tribuna luce en blanco y violeta, el brío es distinto. Al menos hay un plan mejor que marcar una línea de 10 delante del área y enviar el balón lo más lejos posible. Cambia el fútbol por el béisbol sin ponerse colorado. Suframos juntos, que diría Pezzolano.
En casa, al menos la agonía viene acompañada de ciertas gotas de esperanza. Por eso, por la actitud y porque los corsés no están tan prietos, el Pucela tuvo un par de oportunidades para haber logrado algo más. También es cierto que si no hubiera sido por Hein estaríamos ahora lamentando otra derrota y escuchando lo de Ronaldo y Pezzolano. Si tu guardameta es el mejor, lo único a lo que puedes aspirar es a lo que consiguió ayer el Pucela, un empate, un cero en arco propio y a seguir sufriendo. Eso sí, siempre de la mano, como la canción de Misa. Juntos de la mano. Así llegaremos erguidos a diciembre. O eso dicen.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.