Domingo Catoira habla como un político en plena campaña. Circunloquios con poco fondo y mucha letra. Es su momento y él lo sabe. Ha pasado del despacho al centro de las tablas. Los focos les deslumbran y el auditorio aguarda con impaciencia para batir las ... palmas o lanzar almohadillas. «No escatimaremos para fichar en invierno, pero no habrá revolución». El titular de mi compañero, Arturo Posada, encierra mucho más que una sentencia al aire. Zanahoria y garrotazo en la misma frase. El subtítulo amarra el concepto desnudo: «Haremos el máximo esfuerzo». Lo importante no es participar, sino ganar. Poca chicha. A estas alturas del curso no sirven los ademanes de orador ficticio ni la verborrea del aspirante que busca convencer a los electores indecisos. El director deportivo del Real Valladolid y su superior filosófico (así lo reconoce Catoira), Paulo André, caminan por un alambre que parece la comba que azota el cemento de un patio de colegio del siglo pasado, pero a 20 metros de altura y sin tierra firme bajo la suela del zapato.
El verbo de Catoira se hace trampas al solitario. Me explico. Reconoce que apostaron por una plantilla corta para facilitar la aparición de jugadores de la cantera. Posada le pregunta concretamente por las posiciones que hay que reforzar, que es lo que nos importa en este momento, y solo apunta, «por número más que por una especificidad concreta», la necesidad de algún futbolista de ataque. Veamos. Pezzolano solo tira del talento del filial cuando la soga aprieta. Confía poco (o nada) en la base. El vestuario no es que sea corto, es que no llega para pensar en el ascenso. La planificación es errónea. Cuatro derrotas en cinco partidos, con los titulares exhaustos y el banquillo en off, son hechos que matan el relato. Si nos fijamos en la alineación base del técnico uruguayo, encontramos que solo Boyomo, Juric, Moro (a última hora) y Sylla tienen galones. El resto es la base, desmadejada, de la plantilla que descendió a Segunda. Las lesiones no deben ser excusa. Un aspirante tiene que contar con variantes suficientes y el Pucela está sin cartas.
No sé lo que entenderá Catoira por revolución, pero la realidad refleja que al Real Valladolid le hace falta mucho más que una pincelada para no caerse de la ecuación del ascenso antes de hora. Hay una verdad muy clara. La cantera no cuenta y los fichajes que venían a marcar la diferencia huelen menos el verde que una vaca en el desierto. La gestión de las lesiones de André y Sánchez, dos pilares, ha sido un fracaso. El Pucela necesita refuerzos en todas las líneas, incluida la portería. No sé lo que dirá el 'fairplay', pero no basta con un esfuerzo. La entrevista al director deportivo me deja preocupado. Espero que forme parte del teatrillo para no descubrir carencias que sumen euros a las operaciones en marcha y que todo sea un trampantojo que cederá su espacio en la escena a una plantilla rica, compensada y preparada para afrontar el reto. Si no es así, agárrese al volante que vienen curvas.
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