Los cambios enredan al Pucela en Leganés

Tárrega debutó en el once ante el líder. Es algo similar a estrenarse con picadores en Las Ventas, salvando las distancias y teniendo en cuenta que el Real Valladolid está en Segunda. El canterano valencianista cumplió con creces y manda un mensaje muy claro a Torres, cuya evolución se ha estancado. Pezzolano no lo tendrá fácil cuando recupere a Boyomo. Tárrega exhibió oficio, contundencia, claridad en la salida de balón y velocidad de reflejos para contener el despliegue del Leganés. El central blanquivioleta recuerda en hechuras a Henrique, pero su fútbol, por suerte, nada tiene que ver con la versión hosca que el brasileño destiló en Zorrilla.

El reloj del Pezzolano entrenador no arranca hasta el minuto 60. Da igual lo que pase antes. Cada partido se divide en dos. La primera hora, donde puede ocurrir de todo sin que el técnico mueva ficha, y los últimos 30 minutos, que son una especie de montaña rusa que normalmente termina con el equipo vomitando. La excepción fue el duelo de la semana pasada. En Leganés, las ideas renovadas del preparador uruguayo sembraron el caos. Si fuera vasco, Pezzolano sería un amarrategui de manual. Ayer reventó la solvencia del Pucela, que fue mejor que el Leganés durante muchas fases de esa primera hora de juego y que se desmoronó cuando el técnico decidió contener con un doble pivote ilegible, en el que Juric y De la Hoz terminaron estorbándose.

El Real Valladolid abrochó el partido con Kenedy al lado de Sylla y Juric y Meseguer, que había comenzado como segundo delantero, en el doble pivote. Amath en la derecha, Moro en la izquierda y Rosa en el lateral zurdo. Si pongo a mi hijo pequeño (camino de tres años) delante de un ajedrez, no descoloca tanto las fichas como Pezzolano, que a parir de la hora de partido cambia el chándal por la bata de científico desquiciado y se pone a buscar fórmulas mágicas que normalmente terminan con el laboratorio lleno de humo. El mal del cuadro castellano esta temporada es, precisamente, la inestabilidad, los bandazos y la pésima lectura de los partidos. A pesar de todo, le Pucela arrancó un punto del feudo del líder. Un empate que puede ser bueno si el míster consigue dar con un plan antes de que sea demasiado tarde.

Los movimientos del mercado de invierno y las maniobras de Pezzolano me generan dudas. No sé si el Pucela se conforma con meterse en el playoff, y espera a que un soplido descompuesto afine la flauta, o todavía quiere buscar el ascenso directo. Si el cuadro castellano realmente busca lo segundo, no lo demuestra. Ayer desperdició una ocasión única ante el Leganés, que no se aproximó al equipo bien armado que deslumbró en la segunda parte de Zorrilla. El Pucela terminó pidiendo la hora después un inicio esperanzador, algunos momentos de dudas y un cajón desastre después de los cambios. No sirve de nada arrancar con ambición si cuando tienes que ir a por el partido te acochinas en tablas y no terminas de dar una zancada hacia la victoria. El Real Valladolid no debe olvidar su presupuesto ni sus objetivos. No puede hacerse pequeño en ningún estadio y menos cuando pisa el centro de la lona y tiene al líder entre las cuerdas.