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1
Pezzolano debería ir pensando en abrigar un poco la posición de Mario Martín. El joven talento blanquivioleta no termina un partido sin un gazapo considerable. Actúa en una zona en la que la seguridad se convierte en la primera piedra. A veces asume demasiados riesgos ... en la circulación del cuero, sobre todo cuando su espalda se encuentra desprotegida. Sus errores desnudan a los centrales, que solo pueden recular esperando el tiro de gracia. El toledano destila personalidad y no se arruga, dos aspectos que ensanchan su proyección, pero debería prestar más atención a la toma de decisiones. Le falta una chispa de velocidad de reacción previa para que sus pases no se enreden en la presión del adversario. Los rivales ya van conociendo sus carencias y le aprietan para provocar el socavón.
2
Comert está cumpliendo como central reubicado en el centro del campo. Lo hizo en Vitoria y este sábado no estuvo mal, pero el Real Valladolid necesita un futbolista con más argumentos para fabricar fútbol en un espacio del dibujo que resulta determinante para que el cortocircuito no se apodere de la escena. Hubo una jugada que representa de forma gráfica las carencias de Comert en la medular. El Villarreal se trastabilla en el despliegue y el suizo recupera el balón. La jugada pedía un golpeo de calidad para aprovechar el desmarque de Anuar en la línea de cal. Un pase tenso y profundo para convertir una acción defensiva en una ocasión de gol. El resultado fue lo contrario. El envío de Comert, con la calidad cogida con pinzas, se quedó en las botas del defensa que marcaba con la mirada al ceutí. De una posible contra a un nuevo ataque del conjunto amarillo. Radiografía perfecta de las limitaciones ofensivas que suponen dar los galones del 'cinco' a un central.
3
Álex Baena regaló un clínic de fútbol en Zorrilla. Me imagino la pizarra de Marcelino. Cada uno en su sitio y Baena donde quiera. Y así, con esta idea, el Villarreal se transforma sobre el césped en un martillo pilón. Velocidad por las bandas, riqueza táctica por el centro, amplitud en la generación de fútbol y calidad, mucha calidad. En un ecosistema donde la variedad representa un huracán, Baena parecía Pierce Brosnan en la escena principal de 'El Secreto de Thomas Crown'. Por aquí, por allá, por todos los sitios. Generó seis ocasiones de gol y regaló una asistencia. Estrelló un balón en el palo y finalmente dobló el brazo erguido de Hein con un centro lateral, tenso y preciso, que Ayoze envío a la red del cuadro castellano. Baena escenificó la enorme distancia técnica y táctica entre el Real Valladolid y el conjunto castellonense.
4
En un partido como el de este sábado, lo triste es que hay muy poco que achacar al Real Valladolid. El equipo de Pezzolano cumplió con orden y sacrificio. Llegó hasta donde pudo. No se desmoronó con el 0-1 y creció con el empate de Sylla desde los once metros. A partir de ahí, los cambios dictaron sentencia. Marcelino metió dinamita y el técnico blanquivioleta, retales. Es la perfecta representación entre un equipo que lucha por la Champions y otro que pelea, a duras penas, por competir en el sótano de la clasificación. Vitoria representó un punto de inflexión, pero la realidad de la Primera División abofeteó ayer a la voluntad del cuadro castellano, que no pasó de su carácter peleón ante un oponente con tanta clase como recursos para convertir la batalla en una quimera para el Pucela.
5
Cuando Hein destaca como el mejor del partido, lo normal es que el Real Valladolid termine perdiendo o puntuando a la heroica. Si enfrente se ubica un adversario con la categoría del Villarreal, el camino hacia el matadero es únicamente cuestión de tiempo. El cancerbero blanquivioleta se multiplicó bajo palos. Arriba, abajo, en la escuadra, a media altura, a la salida de un córner. Su guante apareció hasta en la sopa. Pero llegó Baena y metió el empeine interior, la rosca en forma de comba. Un pase insuperable que Ayoze cabeceó a las mallas para destrozar la resistencia del Pucela y borrar el gesto aliviado de Hein. El cuadro castellano peleó con sus recursos. Pezzolano no estuvo fino en los cambios, que esta vez aplacaron la pasión en lugar de anudar la pelea. La profundidad de armario marcó la distancia entre dos clubes que viven en sus antípodas. Si el duelo hubiera sido una partida de mus, Marcelino se llevó el plato al aceptar el órdago a la grande con los tres pitos de farol que ofreció Pezzolano para buscar el milagro en el último suspiro. El conjunto albivioleta debe pasar página y volver a pensar en la versión competitiva que ofreció en Vitoria. Ante rivales de su Liga, seguro que obtendrá un rendimiento mayor.
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