Amath y diez más

El primer disparo del Real Valladolid entre los tres palos terminó en gol. Amath resolvió un batiburrillo con un golpeo de calidad al ángulo largo. Hubo más fe en su ímpetu que en resto del primer acto. Tras el intermedio, la cosa tampoco cambió en exceso. Hasta el tanto, el Pucela malvivió con más pena que alegría. Con el 1-0, el cuadro castellano tampoco desató el corsé. El juego blanquivioleta continúa arrítmico, sin continuidad. El movimiento sin balón no existe y el despliegue camina más lento que un caracol. El Zaragoza exhibió su inoperancia en todas las fases del juego. Atacó con más filo en la primera entrega y aprovechó la pájara pucelana nada más salir del vestuario en la segunda mitad, pero se estrelló contra las carencias que le han aplastado en la tabla.

La hinchada blanquivioleta cambió el minuto de silencio por una ovación cerrada. El último aplauso se dispersó entre los gritos de 'Pezzolano dimisión'. La batalla dialéctica comenzó antes de que el balón oliese el verde en movimiento. Es algo lógico después del último disgusto. Antes del descanso, la grada repitió la cantinela y volvió a chillar tras el 2-0. No es lo mejor para el equipo, pero la afición está que no puede más, no soporta que le tomen el pelo con un discurso vacío y unas maniobras ilegibles. A estas alturas del curso, lo importante son los puntos. El entorno es lo de menos. Lo que me preocupa es que muchos prefieran las derrotas como eyector del míster antes que disfrutar de las victorias, aunque el camino para llegar a ellas tenga más baches que la carretera entre Matapozuelos y Villalba. El club ya no va a mover ficha, por lo que no queda otra que aunar esfuerzos y esperar a que a Pezzolano se le caigan de la pizarra los ataques de excéntrico ideólogo.

Tengo una duda. No sé si el once que dibujó Pezzolano llega por convicción o por necesidad. Las sanciones difuminan el criterio. El caso es que el técnico recuperó a Marcos André en la vanguardia. El brasileño, que con Javi Sánchez se postulaba en enero como el mejor fichaje del mercado invernal, se encuentra en las antípodas de una versión ni siquiera aseada. Apenas entró en contacto con el balón y exhibió más enredo que claridad. El preparador uruguayo volvió a dar bola a Negredo, que tuvo más presencia que André. En su defensa, hay que decir que el fútbol del Real Valladolid tampoco aporta argumentos para que el nueve sea feliz.

Me imagino a Catoira frotándose las manos en el palco cada vez que Amath emboca. El senegalés se ha convertido en el jugador franquicia. Marca y define. Sus goles representan puntos a pesar de que el fútbol del Real Valladolid sigue sumido en una profunda depresión. Voy a ser sincero. Me da igual el juego. El momento del curso pide triunfos. El fin y los medios. Ayer, el Pucela disparó dos veces y media entre los tres palos y se fue al vestuario con la sonrisa desabrochada. La hinchada no aguanta al míster, pero los puntos son oro. Eso sí, con ganar en Zorrilla no basta. A seguir.