De Rivero Meneses se ha escrito en varias ocasiones como una figura trascendental en la historia del fútbol nacional y del fútbol vallisoletano que no ha sido debidamente conocida y reconocida por sus paisanos, probablemente por su filiación política y su amistad con Onésimo Redondo, ... falangista y líder de las JONS.
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Jesús Rivero, perteneciente a una familia vallisoletana vinculada al comercio textil, fue también un destacado dirigente futbolístico antes incluso de que se fundase el Real Valladolid. Concretamente formó parte de la directiva del C.D. Español que presidía Victoriano Vázquez de Prada y que no estaba considerada de derechas, sino todo lo contrario, liberal e izquierdosa.
Cuando se fusionaron el Español y la Real Unión Deportiva para fundar el Real Valladolid, Rivero fue uno de los que más apoyó esa fusión, formando parte de la primera directiva blanquivioleta en calidad de contador, un puesto un tanto oscuro que no corresponde a la realidad, ya que Rivero era consultado para todas las decisiones importantes por los primeros presidentes que tuvo la entidad: don Pedro Zuloaga, don Santos Rodríguez Pardo y don José Cantalapiedra.
Generalmente era el delegado que acompañaba al equipo en los desplazamientos, siendo muy positivamente valorado por los dirigentes de otros equipos, especialmente del Real Madrid y el Barcelona, equipos a los que el Valladolid se enfrentaba en el Campeonato Mancomunado y en partidos amistosos, respectivamente.
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Nada más acabar la Guerra Civil, Rivero Meneses fue nombrado Gobernador Civil de Valladolid sin que haya constancia de decisiones políticas de venganza contra personas e instituciones vinculadas a la República o partidos de izquierda. Sí que fue, en cambio, un personaje determinante en la construcción de un nuevo estadio de fútbol para 'su' Real Valladolid, que había sido desahuciado por los propietarios del campo de la Sociedad Taurina, porque iban a vender sus terrenos.
Puso de acuerdo a las fuerzas vivas de la ciudad con el Ayuntamiento y en menos de un año se inauguraba el estadio municipal en un partido de la Liga de 2ª división frente al Arenas de Guecho, circunstancia por la que el club blanquivioleta le nombró presidente de honor en 1943, cuando ya se había trasladado a Madrid tras ser nombrado para dirigir el Instituto Nacional de Previsión.
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El propio Franco le comunicó su inminente nombramiento como ministro de Agricultura y Ganadería, honor que Rivero Meneses declinó haciendo saber al Jefe del Estado que «no era capaz de distinguir el trigo de la cebada y que mal ministro podía ser para uno de los sectores claves en la economía del país».
Como no era habitual en aquella época dar la negativa por respuesta a Franco, quien más quien menos pensó que la carrera política de Jesús Rivero había terminado apenas estaba recién comenzada. Pero no. Poco después, en 1946, fue nombrado presidente de la Federación Española de Fútbol con la aquiescencia de la Unión Española de Clubs, a quien el periodista Jacinto Miquelarena había bautizado con el sonoro nombre de la 'Orden de la Jarretera' por la influencia que sus miembros tenían para poner y quitar a dirigentes futbolísticos.
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Rivero solo permaneció un año al frente de la Federación pues fue defenestrado por el general Moscardó tras rechazar una sugerencia suya para que hiciese lo posible por echar una mano para evitar el descenso a segunda división de uno de los equipos grandes de la Liga. Sin embargo, en el periodo de los doce meses que estuvo al mando del fútbol español tomó más decisiones importantes que cualquier otro presidente de antes o después, empezando por la creación de la Mutualidad de Futbolistas y recomendar a los clubs la contratación de entrenadores extranjeros de reconocido prestigio para modernizar las tácticas que se habían quedado obsoletas cuando en otros países ya comenzaba a implantar el revolucionado sistema de la WM.
Como la contratación de futbolistas extranjeros estaba prohibida desde 1941, Rivero anunció que dos años más tarde se abriría la frontera a aquellos futbolistas foráneos que pudieran aportar experiencia y calidad a los equipos españoles.
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También recomendó a los clubs la contratación de preparadores físicos titulados y de médicos especialistas en Medicina Deportiva, así como la creación de la Escuela Nacional de Entrenadores para que todos los técnicos de los equipos alcanzaran el nivel adecuado para ejercer su oficio.
Otro punto de interés en su intensa actividad desde la presidencia de la Federación fue el de incentivar los torneos juveniles para potenciar la cantera de los clubs y dos decisiones que no gustaron tanto al Régimen: acabar con el derecho de retención de los futbolistas por parte de los clubs y recuperar para el equipo nacional los colores que tenía antes de la Guerra: camiseta roja y pantalón azul, sustituyendo al que regía desde 1940, camiseta azul y pantalón blanco.
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Algunas de estas decisiones no cayeron nada bien en los círculos cercanos al poder y el brillo de su estrella comenzó a apagarse, por lo que optó por presentar su dimisión, dando un ejemplo más de su coherencia y carácter independiente.
Posteriormente fue elegido secretario de las Cortes Españolas, cargo que ocupaba cuando falleció en 1950 a consecuencia de un derrame cerebral. Valladolid le dedicó una calle que fue retirada en 2014 en aplicación de la Memoria Histórica, seguramente sin tener en cuenta que los hechos son mucho más importantes que las ideas.
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